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Por causas imprevistas no pudieron comenzar los trabajos hasta mediados de mayo de 1854, pero en cuanto los principiaron aparecieron al abrir una zanja en la planicie referida vestigios de muros y un enlosado con una canal que forma un ángulo recto, dispuesta al parecer para conducir aguas.

El Chucro preguntó entonces a la Pepa: ¿Está ya el asado? La Pepa repuso: Todavía no. Dentro de un momento estará... Al oír esta respuesta, el Chucro intimó a Peñálvez: Apúrate, así te entierro antes de que esté el asado. Y Peñálvez se apuró... El Chucro le añadió en seguida, riéndose sonoramente por primera vez: Como sos flaco, basta una zanja larga...

Después de vagar por las regiones más solitarias del bosque largo rato, entró distraídamente por los prados; descendió lentamente hasta cierto sitio donde había algunos obreros abriendo una zanja profunda para desecar el terreno. Allí supo, sin preguntarlo, que el conde, después de estar un rato mirando la obra, se había marchado.

¿Y éste sabe saltar? preguntó Lorenzo ligeramente pálido, mientras su caballo, parado junto a la zanja, contemplaba el campo en toda dirección. ¡Anímalo!...

Y siguiendo en su manía de recargar las cosas, como viera correr por la calle zanja aguas nada claras, que eran los residuos de varias industrias tintóreas, al punto le pareció que por allí abajo se despeñaban arroyuelos de sangre, vinagre y betún, junto con un licor verde que sin duda iba a formar ríos de veneno. Alzose con cuidadosa mano las faldas, y avanzó venciendo su repugnancia.

Y dijo: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez. 35 De tal manera que las aguas corrían alrededor del altar; y también había llenado de agua la zanja.

La señora Morfeo alimentaba la viva esperanza de que aún hallaría a la niña ahogada en una zanja, o lo que casi era tan terrible, cubierta de lodo, manchada y sin esperanza de que por medio de jabón y agua volviera a su primitivo estado. El maestro volvió a la escuela con el corazón contristado. Al encender su lámpara y sentarse en el pupitre, encontró ante una esquela, a él dirigida.

A ver, Ricardo... ¡salta! El malacara, parado al borde de la zanja, cuya profundidad no llegaba a medio metro, juntó las cuatro patas y a una incitación de su jinete, saltó con él, que se había tomado prolijamente de la cabezada de su montura y que experimentó, después del salto, la grata sensación de conservarse en ella. Ahora ...

Luego se alejó por una calle, volvió por otra, con aire indiferente, y se ocultó detrás de una esquina, procurando no perder de vista la entrada de la iglesia. Aquí resultaba tolerable su espera: no había transeuntes. La circulación del vecino bulevar permanecía invisible, como si se desarrollase en el fondo de una zanja.

Habilidades y gracias que no son vendibles, mas que las tenga el conde Dirlos; pero, cuando las tales gracias caen sobre quien tiene buen dinero, tal sea mi vida como ellas parecen. Sobre un buen cimiento se puede levantar un buen edificio, y el mejor cimiento y zanja del mundo es el dinero.