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Roussel hablaba con Herminia y la señorita Guichard se vió obligada á interrumpir sus reflexiones para escuchar lo que decían: Cuando usted sepa, señora, cuánto quiero á este muchacho, comprenderá el deseo que tenía de conocerla ... ¡Oh! lo bueno que usted ha sido para Mauricio ... Me ha contado su infancia ...

Volví a poner toda la luz de mi discurso sobre esta mancha de su conducta conmigo; deseaba conocerla en toda su extensión para «indignarme» contra él: desesperado recurso de náufrago entre las bascas de su agonía; extender los desfallecidos brazos en busca de un asidero que no han de hallar; gastar las últimas fuerzas en inútiles tentativas, para hundirse primero.

Un instante tuvo la idea de que quizá la joven no había puesto seriamente su proyecto en ejecución; pero la desechó inmediatamente. Había aprendido a conocerla demasiado en otras circunstancias para poder creerla capaz de una falta de valor, de un desfallecimiento de la voluntad.

Necesitaba saber cómo había sido su desgracia, conocerla detalle por detalle, rebuscando entre las palabras inmóviles y secas del telegrama la vibración de aquella catástrofe, sin interés para el resto de los humanos, pero la más grande que podía ocurrir en el mundo para la madre y para él.

El Tarumbo, después de conocerla, me guiñó un ojo, la volvió la espalda y me dijo mientras cargaba de tabaco su pipa: Esa es Tanasia. ¿Y quién es Tanasia? le pregunté yo. La hija mayor del Toperu respondióme. ¿Y quién es el Toperu? volví a preguntarle. Pos es el padre de Tanasia... Vamos, de la mozona que corteja Chiscu.

El soberano Señor, en su infinita bondad y misericordia, no ha querido, á pesar de nuestras maldades, que nadie tenga que ser un Séneca para saber perfectamente cuál es su obligación, ni mucho menos que nadie tenga que ser un héroe estupendo para cumplirla. Ni para conocerla te falta entendimiento, ni para cumplir con ella debe faltarte voluntad. ¿Qué es lo que buscas, pues en ?

Tronó recia su voz de apóstol, y el enjambre mudo de ilotas escuchó: "¡La patria es esta!" ¡Sólo entonces cayeron de rodillas! ¡sólo entonces supieron conocerla...! Corrió en la multitud hervor de fuego, eléctrica explosión de vida nueva, un ansia de elevar aquella patria al bello Sinaí de las grandezas.

Porque creo que cuando el registro fue estampado en estas cartas contestó, yo era la única persona que sabía algo respecto al secreto del Cardenal; la única, fuera del interesado, que poseía la clave de la cifra. Pero al principio aparentó usted no conocerla observé yo, mirando todavía con cierto recelo al anciano.

¡Y , chilló la de Jáuregui con espanto, persignándose , te has metido a pastor! Pero aguárdese usted, tía. No juzgue usted las cosas tan de ligero insistió Maximiliano, apurado por no saber expresarse bien . ¡Si ella está arrepentida! Ni ha sido tampoco tan mala como a usted le han dicho. Si es un ángel... ¡De cornisa! Buen provecho. Créame usted, y cuando la conozca... ¡Yo... conocerla yo!

¡Mi señorita linda!... Siempre me cuesta el conocerla con su traje de varoncito. ¿Cómo le va?... Y bajó apresuradamente los escalones de madera, atravesando la calle para ir al encuentro de Celinda Rojas. No se habían visto desde el día que Sebastiana abandonó la estancia; y ahora, por odio á don Carlos, creyó conveniente la mestiza enumerar las magnificencias de su nueva situación.