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Actualizado: 3 de junio de 2025
Aguárdese un momento.... Voy a ver si por casualidad tengo yo lo que les hace falta. Y salió con paso vivo de la estancia. No tardó tres minutos en regresar con un paraguas viejo entre las manos. A ver sí os puede servir la seda de este paraguas dijo . Me parece que es del mismo color.... Castro y Maldonado cambiaron una mirada significativa. Mariana lo tomó ruborizándose.
Aguárdese usted un poquirritiyo... Todavía no me las ha pagao todas respondió sin abandonar su cruel tarea. Al fin, cansada, jadeante, los brazos quebrantados, el rostro cubierto de sudor, se alzó y me miró con ojos donde todavía llameaba la ira. ¿Sabuté? me dijo .En estos días que viene desjarretao como un toro, me aprovecho.
Pero aguárdese usted... A mí me había dado palabra de casamiento... como esta es luz... Y me la había dado antes de casarse... Y yo había tenido un niño... Y a mí me parecía que estábamos los dos atados para siempre, y que lo demás que vino después no vale... eso es. Hay que tratarlo despacio. Cierto que una promesa liga algo... No sostendré yo que ese joven se portó bien con usted.
Mire usted, ha adelantado usted más en un momento, llenándome de improperios, que en tres meses de lisonjas. Usted dirá que es que me gusta que me den con la badila en los nudillos. Puede ser. Pero yo le digo que a ningún hombre le sienta mal una mijita de genio. ¿Sí? Pues aguárdese un poco, que voy a comenzar a insultarla a usted otra vez dije riendo. ¡No, no! exclamó ella, riendo también.
Guillermina iba a contestar algo a esto; pero el otro no la dejaba meter baza. «Aguárdese usted un poquito, que falta la segunda parte. Pensaba yo cómo realizaría aquel acto de justicia, cuando la casualidad, mejor será decir la Providencia, me deparó una solución mejor y más cristiana que la muerte. Esta pobre mujer no necesitaba de mi justicia.
Aguárdese un instante, señor, que caminaremos juntos... Yo también me voy hacia la posada, porque al fin la cena es lo primero, ¿verdad? Andrés contestó no muy satisfecho: ¡Claro! Y se emparejaron, marchando por el sombrío y desigual camino de la cañada en dirección al pueblo. Usted, señor, estará encantado de este país, ¿verdad? Mucho.
Pues no sé otro... Aguárdese un poquito... voy a contarle el de La peña encantada... Vamos, no se acerque tanto a mí, que no puedo coser. «Una vez era un rey y tenía tres hijas muy hermosas, muy hermosas, muy hermosas. La primera se llamaba Clara, la segunda Ana, la tercera María. Este rey se fue a la guerra, y dejó el reino encargado a un hermano que era muy malo, muy malo, muy malo...»
¿Sabe que no le conozco, mi amigo?... Pero aguárdese un instante el que sea, que estoy concluyendo de afeitarme. Le molestó extraordinariamente aquella dilación. Se puso á dar vueltas agitadamente por el pasillo. Cada minuto que pasaba le parecía que traía consigo una calamidad.
Aguárdese usted un momento, voy a prevenir a la maestra me dijo Nieto, adelantándose. Observé que llamó a una mujer, habló con ella unas palabras, y esta se fue y volvió al cabo de unos momentos, diciendo: Pueden ustedes pasar.
Apresuré el paso y me metí en mi casa... Muy bien hecho, muy bien hecho... Pero aguárdese usted dijo Fortunata que ya no estaba exaltada, sino en un grado de humildad lastimosa, y su tono era el de los penitentes muy afligidos, que no pueden con el peso de sus culpas . Aún falta lo mejor.
Palabra del Dia
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