Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 31 de mayo de 2025
Acabas de decirme que conoces a la señorita de Sardonne desde su infancia, y sin duda por eso, por el hastío que engendra el hábito, no te das cuenta de cuan grande es su belleza... ¡Oh! ¡es fascinadora!... Tiene el puro, serio, y un tanto trágico, encanto de Urania... y de Musa también; es su voz, armoniosa y grave; encanta oírla leer; durante nuestras sesiones para pintar el retrato de la baronesa, mil veces me ha asaltado la loca idea de traerla a mi casa para hacerla el hada de este taller en que nos encontramos... que por la magia de su presencia resplandecería cual otro paraíso... Si hubiese conocido a la señorita de Sardonne en la alta posición social en que nació, todo eso no habría pasado de un ensueño pasajero de artista... uno de esos ensueños que con tanta frecuencia nos asaltan... porque nosotros somos generalmente muy aristócratas en nuestros amores... La mitad de nuestra vida la pasamos por ministerio de la imaginación en muy altas esferas, en muy escogida compañía... Vemos con harta frecuencia a las grandes damas en medio de los esplendores de sus palacios, y entrevemos a las diosas tronando sobre sus solios de nubes... Y aun es una de nuestras grandes decepciones, de nuestros grandes dolores caer de pronto desde esas doradas alturas encima de las ronzas de la tierra... Ahí tienes por qué, precisamente en estas cuestiones de matrimonio, son tan graves nuestros errores y tan profundos nuestros desencantos... ¡Ay! ¿quién lo sabe mejor que yo?... Pues bien, te decía que si hubiese encontrado a la señorita de Sardonne en todo el brillo de su nacimiento y de su fortuna, conozco demasiado las leyes y las costumbres sociales como para que ni un momento se me hubiera ocurrido aspirar a su mano... Pero, en fin, la veía desgraciada y pobre... y al menos, si no en otro, en el camino de la riqueza me encuentro ya... Aquellas circunstancias venían a acortar la distancia entre nosotros... Podía al menos ofrecerla una posición independiente... dar a su hermosura un marco digno de ella... y poco a poco me dejaba ganar por una tentación tan poderosa, precisamente cuando me pareció observar que tu amistad hacia la señorita de Sardonne tomaba el carácter de más serios sentimientos... Desde ese momento mi línea de conducta estaba trazada... ponerme en fuga...
De repente, escuchóse un gran rumor y estallaron, como trueno formidable, las lamentaciones de las sombras; dando ayes dolorosos, se apartaban de la mesa, volvían a sus nichos y a sus tumbas, y registraban los cuatro rincones, buscando una moneda más que arrojar en la bandeja; las que tropezaban con ella, corrían a ofrecerla a la figura enmascarada, quien, de una vuelta de dados, hacíala desaparecer; las que nada encontraban, gemían, la cara contra la tierra.
Permanecieron en esta poblacion siete dias, durante los cuales fue la infanta muy obsequiada por las damas y caballeros principales de aquel pais, que acudieron presurosos á besar su mano y juntamente á ofrecerla sus servicios. De cómo se casó Doña Juana, los hijos que tuvo y otros asuntos del mayor interés.
Y yo, María Ana, que la quiero á usted con un amor inextinguible, que se impone á la fealdad y á la vejez, yo, que he conquistado una fortuna y permanezco soltero porque de todas las mujeres que he conocido me separaba la imagen de usted y la seguridad de que algún día seríamos el uno del otro, vengo á ofrecerla á usted mi libertad. Nos casaremos, si usted quiere. Mi mano es ésta...
Al llegar a casa volvió el tío Manolo a ayudarla a saltar del coche y ofrecerla caballerosamente su brazo para subir la escalera. El brigadier y su hijo marchaban detrás. Aquella hermosa señora que estusiasmó a Miguel, era hija de una familia sevillana, tan necesitada de bienes de fortuna como rica en timbres y blasones.
Las palabras de Beatriz en el estrado le volvían a la memoria. ¡Sí, era preciso dejar alguna vez la alcándara y volar hacia la heroica cetrería! A él mismo se le alcanzaba que no era airoso ligar su nombre al de aquella descendiente de ilustres adalides sin ofrecerla, primero, alguna bandera de nave mahometana, o una corona mural ganada en los asaltos de Flandes.
Pues no sabe usted lo mejor añadió Manolita, gozándose en el asombro de la otra, el cual más bien parecía espanto . La custodia, sabe usted, la custodia en que se pone al propio Dios, también vino de allá. Fue regalo de Barbarita, que hizo promesa de ofrecerla a estas monjas si su hijo se ponía bueno. No vaya usted a creer que es de oro; es de plata sobredorada; pero muy mona, ¿verdad?
Fernando sentía miedo. Los padres de ella proyectarían casarla con el vástago de alguna familia millonaria; tal vez con un señorito de escasa fortuna, que pudiera ofrecerla viejos títulos de nobleza.
Amargo desengaño debió de experimentar cuando al penetrar en los salones y tropezar con una porción de distinguidos salvajes a quienes trataba con intimidad, Pepe Castro, el conde de Agreda, Maldonado y otros, observó que todos le volvían la espalda y se apresuraban a alejarse. Tan sólo el fiel Manolo, el loco marqués de Dávalos, la reconoció y consintió en la mengua de ofrecerla el brazo.
Y, empujado por irresistible movimiento, fue a colocarse, casi oculto, tras la misma columna. De esta suerte, cuando Beatriz se halló a pocos pasos y Gonzalo se adelantó a ofrecerla el agua bendita en los dedos, Ramiro mojó a su vez, brevemente, los suyos, y los alargó también hacia ella, con gesto imperioso y tranquilo.
Palabra del Dia
Otros Mirando