United States or Saudi Arabia ? Vote for the TOP Country of the Week !


La persona del bravo catalán se componía de dos partes: su cuerpo atlético, liado en una americana de cuadros, y un bastón roten, cuyo puño, formado de un asta de ciervo, se encorvaba, ofreciendo a la mano todas las facilidades de adaptación, ya para apoyarse, ya para hacer el molinete, o bien para que el palo fuera una especie de batuta de la palabra.

Se depositaban á puñados los billetes de Banco, como si fuesen retazos de papel sin ningún valor; unos por los perros, otros por los hombres, mientras arriba, en las canteras, estallaban los barrenos y el rebaño miserable de los peones se encorvaba, con el pico en alto, ante las rojas trincheras. Las sopas de leche se servían en cubos continuó Aresti.

Los adivinaba en el oleaje del aire, en las sacudidas de las cosas, en el torbellino que encorvaba á los hombres, pero no repercutían en su interior. Había perdido la facultad auditiva: toda la fuerza de sus sentidos se concentró en la mirada. Sus ojos parecieron adquirir múltiples facetas, como los de ciertos insectos. Vió lo que ocurría delante de su persona, á sus lados, detrás de él.

Su larga nariz se encorvaba vigorosamente como el pico de un águila; tenía los ojos negros, las cejas negras, los cabellos negros y la tez del color uniforme de una naranja de Portugal. Sus dientes podían haber pasado por hermosos si no hubiesen sido tan largos y si su dueño no hubiera sido fumador.

Alguien temblaba misterioso, invisible y al mismo tiempo sonriente, en esta atmósfera fantástica: una fuerza sobrenatural que parecía embellecerlo todo con su contacto. La salud que llegaba. La sábana de agua que se encorvaba al desprenderse de las altas rocas despertó en su memoria ensueños anteriores.

Todos pudieron ver como el Hombre Montaña se encogía sobre sus rodillas, cómo se encorvaba después con el rostro crispado por el dolor, pegando sus ojos á las dos ventanas para averiguar qué insectos malignos eran los que la habían picado venenosamente á través de dichos agujeros. Las señoras se asustaron al ver aquellos dos ojos enormes que las miraban con agresiva fijeza.

Sus ojos brillaban con una alegría pueril; le temblaban ligeramente las manos; su espalda se encorvaba. Argensola, que había huído siempre al encontrarle en la calle y experimentado grandes miedos al subir la escalera de servicio de su casa, sintió ahora una repentina confianza. Le sonreía como á un camarada; daba excusas para justificar su visita.

También sabía de medicina y había hecho curas que pasaron por milagrosas. Era tan grandón que su manteo parecía tener una pieza de tela, y cuando se embozaba no concluía nunca de echar paño al viento. Su sombrero de teja no medía menos de una vara, y como lo llevaba siempre un poco echado atrás y su cuerpo se encorvaba hacia adelante, parecía que iba cargando una pesada viga.

El otro fue a imitarle; pero ambos se detuvieron, sorprendidos, deslizándose luego peñón abajo... Había un herido. Maltrana se encorvaba con un pie entre ambas manos. Gómez pretendía sostenerlo; los padrinos corrían hacia él.

Mi tía plantada en un sillón, con el donaire de un pararrayos algo grueso, levantábase al verle, saludábale con aire desabrido y se lanzaba a galope al capítulo de mis fechorías. El bondadoso cura oía con paciencia aquella voz ronca que rompía el tímpano. Encorvaba las espaldas como si el chubasco hubiera sido para él y semisonriente amenazábame con el índice.