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Empecé como soldado de segunda clase; pero he hecho lo que he podido... Si fuese un asunto comercial, daría mi opinión: ¡pero en esto! Tal vez mi camarada... ¡Otro Martínez! Don Marcos olvidó al capitán del zapato de fieltro. Era el Lewis de la parte contraria. Toda su atención se concentró en el capitán de botas brillantes y junquillo juguetón.

Los adivinaba en el oleaje del aire, en las sacudidas de las cosas, en el torbellino que encorvaba á los hombres, pero no repercutían en su interior. Había perdido la facultad auditiva: toda la fuerza de sus sentidos se concentró en la mirada. Sus ojos parecieron adquirir múltiples facetas, como los de ciertos insectos. Vió lo que ocurría delante de su persona, á sus lados, detrás de él.

Experimentaron cierta cortedad al verse frente a frente, como si se arrepintieran de esta entrevista. A los pocos momentos chorreaba la humedad por sus ropas. Sentían las manos humedecidas, e instintivamente las guardaron en los bolsillos. Toda su vida se concentró en los ojos. Ella fue la primera en romper el silencio.

Quevedo concentró toda su vida, toda su actividad, toda su atención en sus oídos, y en efecto, oyó unas levísimas pisadas como de persona descalza, que se detuvieron junto á la puerta del bufón. Durante algún espacio nada se oyó. Luego se escucharon sordas y contenidas las mismas leves pisadas, se alejaron, se perdieron. ¿Es él? dijo Quevedo.

La larga dominacion que los Jesuitas ejercieron en Friburgo, hasta 1847 ó 48, léjos de propagar la instruccion en el pueblo la concentró en un estrecho círculo, entretuvo á las masas en la mas deplorable ignorancia, y solo sirvió para mantener en auje las ideas de la casuística, el espíritu aristocrático, la rutina en todo, el culto de lo superficial en religion, el monopolio de la luz, y principalmente el de la riqueza.

porque supo de triunfos y derrotas, porque tuvo su cruz y su calvario; la sangre le ofrecieron los patriotas y el cerebro, ¡oh gran Apolinario! Era de hierro y de cristal tu mente; grandes ideas modeló su fragua; tuvo el vuelo del águila potente y la profunda claridad del agua. La vida concentró sus energías en tu cerebro luminoso y triste.

Durante medio minuto su boca, sus manos, estuvieron bajo mi boca, mis ojos, y durante ese tiempo ella concentró en su palidez la sensación de esa dicha muerta hacia diez años. ¡Y Tristán siempre, sus alaridos de pasión sobrehumana, sobre nuestra felicidad yerta!

Doña Luisa, desde que su marido descendió á la tumba, concentró toda su vida, todo su cariño, todos sus cuidados en la hija de sus amores. Hasay pasó á casa de Doña Luisa, teniendo Lola su misma edad. Los infantiles juegos y las caricias de Doña Luisa desarrollaron la existencia de sus dos hijas, como ella las llamaba.

Jaime tuvo la sensación de que este grito venía de muy cerca, de que tal vez lo lanzaba alguien oculto en los grupos de tamariscos. Concentró su atención, y al poco rato el aullido volvió a sonar.

Sintió que se apoderaba de su ser una voluptuosa languidez; cerró los ojos; se concentro en mismo; oprimiose el corazón para sacar de él algunas lágrimas; pero todo fue inútil.