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Pero de esto no tiene la culpa el país, cuya prosperidad no puede sufrir eclipse sino momentáneo, para volver a brillar con nuevo y poderoso resplandor. La crisis que aquí tenemos, amigo Esteven, es de sentido común. Siguió filosofando a sus anchas, desatada su lengua y animada su imaginación por la pesca de los cinco mil.

Y en estas vertiginosas evoluciones, todo el Congreso durante muchos días; el Ministerio prolongando el debate cuanto le era dado para alejar la votación hasta tanto que pudiera ganarla, o convencerse de que la tenía perdida; la prensa desatada, y los centros administrativos cruzados de brazos, esperando la resolución de la inminente crisis que acabaría con un cambio completo del personal; en el cual caso, ¿para qué dar una plumada más?

Porque la escritura desatada destos libros da lugar a que el autor pueda mostrarse épico, lírico, trágico, cómico, con todas aquellas partes que encierran en las dulcísimas y agradables ciencias de la poesía y de la oratoria; que la épica también puede escrebirse en prosa como en verso.

No vale el jurarme que no había nadie. Pues qué, ¿no tengo yo oídos?... ¿Estoy yo tonto?». Decía esto sentado al borde del lecho, la vela en la mano, mirando a su mujer, que continuaba fingiéndose dormida, con la esperanza de que se aplacara. Pero esto no era fácil, y una vez desatada la insana manía, ya había jaqueca para un rato.

La fiera que en la jaula está encerrada Por su selvatiquez y fuerza dura, Si puede alli con maña ser domada Y con el tiempo y medios de cordura, Quien la dexase ir libre y desatada, Daria grandes muestras de locura: Bestias sois, y por tales encerrados Os tengo donde haveis de ser domados: Mia será Numancia á pesar vuestro, Sin que me cueste un minimo soldado, Y el que teneis vosotros por mas diestro Rompa por ese foso trincheado, Y si en esto os parece que yo muestro Un poco mi valor acobardado, El viento lleve agora esta verguenza, Y vuelvale la fama quando os venza.

A cuyas palabras abrió los ojos Sancho, y alzó la cabeza (que inclinada tenía, pensando en la desgracia de su paseo), y, mirando al peregrino, conoció ser el mismo Ricote que topó el día que salió de su gobierno, y confirmóse que aquélla era su hija, la cual, ya desatada, abrazó a su padre, mezclando sus lágrimas con las suyas; el cual dijo al general y al virrey:

35 Luego fueron abiertos sus oídos, y fue desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien. 37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar. 1 En aquellos días, como otra vez hubo gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:

Sentí anhelo infinito de que aquel amor que llenaba mi alma fuese el último de mi vida; deseo firmísimo de vivir sólo para Angelina, sólo para ella; deseo vehemente de ser bueno para merecer el amor de la modesta niña; para gozar, como de cosa propia, de la hermosura de aquel cielo tachonado de luceros, de las mil y mil bellezas que la noche tenía cubiertas con sus velos, y que dentro de breves horas, al clarear el alba, aparecerían en toda su magnificencia; que sólo a condición de ser bueno me sería dable gozar del supremo espectáculo de la naturaleza, de modo que se me revelaran todos sus encantos, y no fueran arcanos para la dulce melancolía de una tarde de otoño, ni la risueña alegría de una alborada de Mayo, ni la serenidad abrasadora de un día canicular, ni la terrífica majestad de la tormenta, cuando, desatada en las alturas, incendia con cárdenos fulgores las cumbres de la sierra.

Pero no logró detener la marcha presurosa de la muerte, que a carrera desatada se venía hacia el lecho de la pobre señora. A las cuatro de la mañana observaron que hablaba con más dificultad; la pronunciación era arrastrada y un poco estropajosa.

Allí, cubierta la cara con las manos, desatada ya la trenza de sus cabellos, y en desorden la vestidura, continuó en sus sollozos y en sus gemidos. Así hubiera seguido largo tiempo, si no llega Antoñona. Antoñona la oyó gemir, antes de entrar y verla, y se precipitó en la sala. Cuando la vio tendida en el suelo, hizo Antoñona mil extremos de furor.