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Acariciaba, más le hacía pagar las caricias: «¡Ahora le da el sentimiento al niño! ¡Quieres callarte, tontuelo! ¿Te figuras que estoy yo aquí para templar gaitas? ¡Bueno, bueno, ya empieza el lloriqueoCon estas y otras tales expresiones abría la llave de las lágrimas que su mano trataba de secar. Mas no pararon todavía aquí las cosas.

Oye , guasón interrumpió María-Manuela con acento irritado, ¿quieres callarte ya ó te estrello este vaso en las narices? Antonio se detuvo, paseó una mirada en torno y dijo bajando la voz: Ya lo ven ustedes, sólo la idea de que se sepa que le he besado la mano pone fuera de á la pobrecilla. ¡Aguarda, arrastrao! exclamó exasperada la morena abalanzándose á él.

Otro velo... Maximiliano se vio precisado a echar otro velo... «Cállate, hazme el favor de callarte» le dijo, pensando que, según iba saliendo la historia, necesitaba lo menos una pieza de tul. Pero ella siguió narrando. Pues como iba diciendo, el tal joven salió también un buen punto. Una mañana, mientras ella dormía, le empeñó todas sus alhajas, para jugar.

Otra de las particularidades de aquél era el tutear a todo el mundo, grandes y chicos, señoras y caballeros. ¡Yo! exclamó la dama. ¿Y por qué soy el perro del hortelano?... Sepamos. Pues decía Amalia que ni querías comerte la carne ni permitir que la coma D. Santos. ¡Vamos! ¿Quieres callarte, embustero? dijo la señora, medio irritada, medio risueña, dándole un pellizco.

¡Ya lo creo, como que sólo eres el inteligente! exclamó vivamente el concejal . Mira, Cobo, aquí el general puede hablar porque tiene motivo, ¿estamos?... pero debes callarte porque me gastas una oreja como la de una cocinera. Pero hombre, ¿por qué se picará tanto Ramoncito, en cuanto usted le dice algo? preguntó el general riendo.

Sin atender a Pablo que había tomado muy en serio la pregunta, y quería saber la especialidad del Romero, exclamó, dirigiéndose a Valentina: ¿Quieres callarte... zapalastrona? Estas palabras enérgicas fueron recibidas con una explosión de alegría por las costureras. No te enfades, Piscis, déjalas... ¿Has sacado a paseo el Romero?... Me alegro.

Cuando su padre entonaba con vozarrón de sochantre el aria de bajo de Lucrezia Borgia o la serenata de Fausto, la niña se enternecía, empezaba a hacer pucheritos, y concluiría por llorar frenéticamente, si antes no diese la brigadiera la voz preventiva de: «¿Quieres callarte, Fernando

Puede que le haya aliviado el dolor por la noche y saliese a esparcirse un poco. Y entonces, ¿por qué no ha venido hoy? Porque le habrá vuelto otra vez. No lo creas, mamá... Ten la seguridad de que Gonzalo no quiere a Cecilia. ¿Sabes lo que estás diciendo, necia? Hazme el favor de callarte, antes que me enfade. Me callaré; pero las pruebas de cariño que está dando no son grandes.

Los Padres son gente simpática. ¿Qué perderías con ello? Aunque no creyeses en todo, podías callarte y ser feliz. ¿Qué sacas de tanto estudio? ¿Estás seguro de que todo lo que crees es verdad? ¿Y si después de morir te encontrases con la inmensa equivocación de que hay algo?...

El pícaro habrá pensado, al pasar por delante de mi molino: Ese parisiense está muy tranquilo ahí dentro; vamos a darle la alborada. Y seguramente habrá tomado un bombo, y... ¡rataplán!... ¡rataplán!... ¿Quieres callarte, pícaro Puck? Vas a despertarme a las cigarras. Pero no era Puck.