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No había rincón del pueblo que Martín no conociera. Para él, Urbia era la reunión de todas las bellezas, el compendio de todos los intereses y magnificencias. Nadie se ocupaba de él, no compartía con los demás chicos la escuela y huroneaba por todas partes. Su abandono le obligaba a formarse sus ideas espontáneamente y a templar la osadía con la prudencia.

Por la parte trasera la luz del mediodía bañaba sus ventanas. Los árboles de la huerta metían las ramas por ellas, sirviendo de fresca cortina para templar sus rayos. El conjunto de aquel vetusto caserón ofrecía misterio y encanto singulares para los lacienses dotados de imaginación, en especial para los niños, únicos seres que conservan, en nuestra edad prosaica, la fantasía despierta.

A la orilla de este rio habia algunos sauces pequeños, y habiéndose refrescado, siguió su derrota; y á una semana de haber caminado, avistó unas serranias muy altas, ásperas é intransitables, desde tierras adentro hasta la orilla del mar, de modo que para salir de su aspereza se bajó á la playa, y cuando bajaba el agua, caminaba: cuya estacion le duró dos semanas: y aun despues caminaba por el campo, avistaba algunas sierras pequeñas y montes, encontrando tambien algunos montecitos de un árbol, nombrado chañar, cuyas frutas, aunque muy escasas, solian templar su hambre, ayudado con su poca pesca y otros bichitos del campo que podia lograr: pues ninguno reservaba, por inmundo que fuese, porque para él todo le era comida delicada y gustosa, siendo lo peor y mas trabajoso que le faltaba algunas veces; pues asegura que en la estacion de su viaje se le pasaban ya los cuatro, ya los seis dias sin comer ni un bocado, en lo que se afirma muy de cierto y aun le parece que hubo temporada de dos semanas.

Y tuvo el segundo y perdió el primero; y tuvo el tercero y perdió el segundo, y así sucesivamente hasta el octavo. Esto acabó de agriar su carácter, la acartonó sin tiempo y empalideció sus carnes hasta la lividez; quiso templar sus amarguras maternales con algún entretenimiento que se las distrajera, y se encenagó en el vicio de hacer calceta.

Para probar los pueblos de la tierra, Para templar las almas de los bravos, En medio del estruendo de la guerra Dios suele coronar á los esclavos, Mas luego con su mano poderosa Los hunde de la noche en la honda fosa.

De este aire y de este corte fueron los asuntos que ocuparon a los contadísimos tertulianos de la marquesa durante muchas noches; y como éstos eran pocos y rara vez asistían juntos, porque había que atender a todo, y los modos de entretenerse allí tan limitados, el tedio llegó a invadirlos y tuvo la marquesa que templar un tantico la rigidez de su programa fúnebre, echando otra leva entre sus íntimos y tolerando en casa ciertos recreos de poca baraúnda.

La rima, que Madama Staël, llama "el eco del pensamiento," ha contribuido no poco á templar la poesía, que de otro modo sería un lenguage lánguido y descolorido, y asi se observa estudiando las obras de los grandes poetas, que huyen con cuidado de emplear consonantes vulgares para espresar pensamientos sublimes, y que muchas veces la rebusca de un consonante original, imprime á la idea una novedad inesperada, abriendo á la imaginacion nuevos horizontes, que de otro modo la inteligencia no habria entrevisto.

Y cuando llegaba aquí lloraba el pobre anciano, daba a su nieta un sonoro beso en la frente; y después, casi siempre la hacía un regalo. Ella le entretenía hasta hacerle reír con el relato de sus travesuras de colegiala, o con el de los recursos a que apelaba para templar la iracundia de su hermano, cada vez que, por obra de caridad, se acercaba a él; y así llegaba la hora de marcharse.

Hasta en ideas políticas te concedo que puedas a veces templar las pasiones tradicionales con los nuevos tiempos, puesto que tu abuelo y tu tío disimularon su fidelidad a don Carlos; pero nunca en cuanto a tu casamiento... ¡Una verdadera duquesa de Sandoval es tan difícil de encontrar como una reina de España!

Es verdad que no siempre se acierta en el medio mas á propósito para ahogar, templar ó dirigir la pasion levantada; ó que aun encontrado, no se le emplea como es debido; pero la sola costumbre de buscarle basta para que el hombre esté mas sobre , no se abandone con demasiada facilidad á los primeros movimientos, y tenga en sus juicios prácticos un criterio que falta á los que proceden de otra manera.