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La poesía le parecía muy respetable, y sabía de memoria muchos versos; pero las dificultades del consonante siempre le habían retraído del cultivo de las musas; despreciaba, porque su sinceridad de hombre de sentimiento y de convicciones no le permitían otra cosa, despreciaba los ripios y hasta los consonantes fáciles; y así, las pocas veces que había ensayado la gaya ciencia, se había ido derecho al peligro, a la rima difícil; y hasta recordaba que la última vez que había arrojado la pluma con el propósito de no insistir en versificar, había sido con motivo de querer escribir un soneto a un señor Menéndez, que había fundado una obra pía.

La complicacion del sonido de consonantes reunidas es demasiado frecuente: la de las consonantes unidas dx y dj, antepuestas á vocales, es un poco dura; no obstante, la consonante segunda conserva siempre el sonido suave de la pronunciacion francesa ó castellana.

Al fin todos hablan en verso, y es tal su facilidad de ritmo y consonante, que he oído a Carlos Sáenz hacer versos durante un cuarto de hora, sin detenerse un instante. Disparates sin sentido, con frecuencia, pero jamás un verso cojo ni una rima pobre. En general, el espíritu corre a raudales; una palabra, una frase, dan el pie a una improvisación admirable...

Me puse a componerle unos versos, unas quintillas; mas a la segunda tropecé con un consonante difícil, labios; resabios no pegaba, ni menos los otros poquísimos que hay. Así que un poco irritado rasgué el papel y lo arrojé por la ventanilla. La locomotora corría por los campos de la provincia de Córdoba.

La falta de la consonante ñg, no constituye una diferencia y su omision se debe á un olvido sin duda alguna. Los alfabetos Ilocanos de Mas y Jacquet no difieren en nada y ambos carecen de las letras w y h, no por un olvido como supuso Jacquet, sino porqué en Ilocano no se conocen los sonidos que representan. Este autor, que no conocía el ilocano, supuso que existían en esta lengua w y la h.

Tomó uno de ellos, y al ir a llenar los claros del impreso, se quedó pensativo, mordiendo el mango de la pluma, como poeta que no halla consonante. ¡Qué animalucho tan despreciable es el hombre! Cuando Cristeta le abrió los brazos no vaciló en poseerla, y ahora llevaba una eternidad pensando si habían de ser diez o veinte. ¡Ah, mujeres!

Daba a la elle el tono arrastrado que la gente baja da a la y consonante; y se le habían pegado modismos pintorescos y expresiones groseras que a la mamá no le hacían maldita gracia. Habría dado cualquier cosa por poder seguirle de noche y ver con qué casta de gente se juntaba. Que esta no era fina, a la legua se conocía.

Dantchari, el Estudiante, desafió a echar versos a Bautista y éste aceptó el desafío. Los dos comenzaron con el estribillo: Orain esango dizut nic zuri eguia. Y la fuerza del consonante les hizo decir una porción de disparates y de astracanadas que produjeron el entusiasmo de la reunión. Ambos merecieron plácemes y aplausos.

Porque lo primero que hay que admirar en Sotileza, y lo que desde luego la da conocida ventaja sobre las novelas anteriores de su autor, es el tener verdadera acción, y acción tan bien graduada, tan natural, tan sencilla, tan en línea recta, tan consonante con los datos psicológicos y fisiológicos de los personajes, tan a tiempo ligada, tan a tiempo resuelta, tan ajena de todo lo que parezca artificio, violencia o amaño, que el ánimo no puede menos de pararse gustosamente ante tan severa estructura y trama tan bien concertada.

Y marcaba los ergos y los tues con una fruicion indecible y guiñaba el ojo como diciendo: ¡estás frito! Es que... es decir que... balbuceaba Plácido. Es decir que no has comprendido la leccion, espíritu mezquino que ¡no te entiendes y soplas al vecino! La clase no se indignó, al contrario, muchos encontraron el consonante gracioso y se rieron. Plácido se mordió los labios.