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Actualizado: 8 de octubre de 2025
En realidad, si algún dios o mortal pudiese escuchar aquellos bárbaros sonidos, retrocedería horrorizado. Sobre todos flotaba sin cesar uno por demás extraño algo así como all, call, mall. Un filólogo perspicaz, después de estudiar bien aquel sonido, teniendo en cuenta la persistencia de la vocal a y de la consonante ll, acaso deduciría que la palabra expresada por el alcalde era canalla.
En haciéndose el silencio, un escudero, que presenciaba el desafío, gritó: ¡Aquí! ¡Ayuda a mi Señor! Traigan en seguida un mulo; que se le está viendo el dolor, a pesar del disimulo. No pudo el escudero concluir la cuarteta, porque antes de acabar el tercer verso, el coro de estudiantes interrumpió, ingiriendo un consonante de su cosecha. A la segunda vez, el escudero dijo la cuarteta de corrido.
El mayor, más avispado, se apellidaba Pistola, y trataba despóticamente á su compañero, largándole hipócritas patadas y coscorrones en pleno comedor cuando el coronel estaba de espaldas. Atilio, por la atracción del consonante, había apodado Estola al compañero de Pistola, y todos en la casa aceptaban el nombre, hasta el propio interesado.
La rima, que Madama Staël, llama "el eco del pensamiento," ha contribuido no poco á templar la poesía, que de otro modo sería un lenguage lánguido y descolorido, y asi se observa estudiando las obras de los grandes poetas, que huyen con cuidado de emplear consonantes vulgares para espresar pensamientos sublimes, y que muchas veces la rebusca de un consonante original, imprime á la idea una novedad inesperada, abriendo á la imaginacion nuevos horizontes, que de otro modo la inteligencia no habria entrevisto.
Después que se hubieron cantado algunas otras coplas, dijo el que la echaba de gracioso: Manuel, cantan esos unos despilfarros que no llevan idea ni consonante; tú, que sabes decir las cosas en buen versaje, y más cuando estás calamocano, echa una décima en regla a los novios, y toma este vaso de vino para que te se ponga la lengua espeíta.
»Item, que en las comedias se quite el desmesurarse los embajadores con los reyes, y que de aquí en adelante no le valga la ley del mensajero ; que ningún príncipe en ellas se finja hortelano por ninguna infanta, y que a las de León se les vuelva su honra con chirimías , por los testimonios que las han levantado; que los lacayos graciosos no se entremetan con las personas reales si no es en el campo, o en las calles de noche; que para querer dormirse sin qué ni para qué, no se diga: «Sueño me toma», ni otros versos por el consonante, como decir a rey, «porque es justísima ley», ni a padre, «porque a mi honra más cuadre», ni las demás; «A furia me provocó» , «Aquí para entre los dos» y otras civilidades, ni que se disculpen sin disculparse, diciendo: «Porque un consonante obliga a lo que el hombre no piensa» .
Este punto que se llamaba Corlit , cambiaba en «o, u,» la «a» de la consonante cuando se ponia debajo, y en «e, i» cuando se le colocaba encima de ella. Es muy probable que muchas veces, por un olvido ó voluntariamente, omitieran la colocacion de los corlit, como omiten los Arabes y los Malayos las mociones ó signos necesarios para precisar la pronunciacion de una palabra.
Hay un pequeño número que tiene al fin una consonante; mas estas son la m y la n que casi siempre forman diptongos en on an, am, que no se pronuncian tan fuertemente como en las lenguas derivadas del latin. El sonido gutural de la j española es poco usado, y el de la u nasal muy raro. Las únicas consonantes totalmente desconocidas son la f y la x.
Un hombre de fino gusto que habia entre los convidados, explicó con mucha claridad como podia interesar una tragedia que tuviera poquísimo mérito, probando en breves razones que no bastaba traer por los cabellos una ó dos situacíones de aquellas que tan freqüentes son en las novelas, y siempre embelesan á los oyentes; que es menester novedad sin extravagancia, sublimidad á veces, y naturalidad siempre; conocer el corazon del hombre y el estilo de las pasiones; ser gran poeta, sin que parezca poeta ninguno de los interlocutores; saber con perfeccion su idioma, hablarle con pureza, y con harmonía continua, sin sacrificar nunca el sentido al consonante.
Tellagorri era de la familia de los Galchagorris, la familia de los pantalones colorados, y este consonante, entre el mote de su familia y su nombre había servido al padre de la sacristana, viejo chusco que odiaba a Tellagorri, de motivo a una canción que hasta los chicos la sabían y que mortificaba profundamente a Tellagorri. La canción decía así: Tellagorri Galchagorri Ongui etorri Onera.
Palabra del Dia
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