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Su espíritu eminentemente altruista, se asociaba a todos los dolores ajenos y a ellos llevaba el consuelo de su palabra inspirada; lo mismo compartía las alegrías de sus amigos. Su alma sensible y delicada sufría con las asperezas del alma yanqui, y nunca pudo fundirse en los moldes de ambición en que esta está vaciada.

Un despecho picante y rabioso le mordía el corazón, viendo quebrarse en añicos sus ilusiones de boda con Salvador, y viendo cómo el médico alimentaba, con crecientes demostraciones, el interés que siempre le había inspirado la niña de Luzmela. Carmen compartía sus horas densas y amargas entre las cavilaciones incoherentes en su cuarto y las calladas esperas a los pies de la cama de Julio.

¡ no debes burlarte! ¿Oyes? gritó tomando del sirviente el abrigo y el sombrero. Y sentía crecer oscuramente su hostilidad contra Julio. Este le miró, muy serio, y le aseguró que no tenía ningún deseo de burlarse; por el contrario, compartía su sufrimiento y le compadecía con sinceridad.

Ella compartía la misma admiración en otro extremo de la escena, y los dos se buscaron con la atracción de dos astros que se presienten, con el irresistible impulso de dos afinidades electivas, para no separarse más. Bailaron en adelante el uno para el otro. Imposible encontrar el ritmo sublime en brazos distintos.

Apenaba más verla llorar, por la alegría revoltosa que siempre fue el distintivo de su carácter. Fernanda la acariciaba tiernamente y compartía sus lágrimas. Al cabo de un rato de silencio le preguntó: Pero ¿ le sigues queriendo? ¡, hija, ! exclamó con rabia. No lo puedo remediar. Cada vez estoy más ciega por él. ¡Vaya por Dios! Tu pobre padre estará también disgustadísimo.

Feridún se llamaba el rey nuevo, joven todavía, gallardo y muy agraciado de rostro. Tenía un hermano menor, llamado Rustán, a quien estimaba y quería tanto que casi compartía con él su trono.

Un techo de pino acasetonado, con altos relieves en sus vanos, sostenido sobre un ancho friso de la escuela de Berruguete, así como una escalera de mármol con rica balaustrada del género gótico florido, parecían demandar otras paredes y otro pavimento, menos pobres, menos rudos; un enorme farol colgado del centro del techo, otro farol más pequeño pendiente de un pescante de hierro y que compartía su luz entre un nicho en que había un Ecce-homo de madera, de no mala ejecución, y un enorme escudo de armas tallado y pintado en madera; seis hachas de cera, sujetas á ambos lados en la balaustrada de la escalera, y otro farol pendiente del centro del techo de la escalera al fondo, eran las luces que iluminaban el zaguán, y dejaban ver las gentes que en él había.

La propia Nancy, a pesar de toda la sensibilidad delicada de su corazón, compartía la opinión de su marido de que el deseo de Marner de guardar a Eppie no era justificado, después que el verdadero padre de ésta se había hecho reconocer.

Entonces aún no había ferrocarril hasta Petrópolis. D. Joaquín, que había envejecido, aunque gustaba de ir allí, se fatigaba mucho y Rafaela se opuso a que fuese. Si iba alguna vez, Rafaela le acompañaba y compartía con él la fatiga. Jamás se quejaba ya de jaqueca, ni enviaba al campo a D. Joaquín cuando estaba jaquecosa.

¡No la trato de miserable porque haya rehusado casarse conmigo... sino porque durante meses y años ha alentado mi pasión, porque me ha hecho creer que la compartía... y porque mintió, en fin!... Vamos a ver, señora, ¿cree usted que soy un niño? ¿cree que pude engañarme con respecto a su actitud, a sus miradas, a su acento, a su silencio mismo?