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Actualizado: 11 de mayo de 2025
¡Pero, animal!... animal querido, quiero decir... ¡permíteme que te maltrate un poco, como en los tiempos en que compartía contigo mi mesa y mi lecho! no son ya cincuenta francos los que pienso darte, sino mil, dos mil, tres mil... ¡diez mil! mi fortuna entera deseo compartirla contigo... a prorrateo, naturalmente, de nuestras necesidades respectivas. ¡Es preciso que vivas! ¡es menester que seas feliz!
Era de su madre, la pobre señora pálida y enferma que compartía su vida entre el rezo y la adoración a un hijo para el que había soñado las mayores grandezas. El otro tal vez había pertenecido a su abuela, aquella americana de los tiempos del romanticismo, que aún parecía estremecer el caserón con el roce de sus blancos vestidos y los susurros de su arpa.
Desde que se conocieron fue la sola compañera de Susana capaz de escuchar, sin sonreír burlonamente, sus primeros arranques orgullosos, propios de señorita mimada por la naturaleza y la fortuna, llegando a ser la única confidente de sus ambiciosas ilusiones. No las compartía, pero no las ridiculizaba.
Íbamos a levantarnos de la mesa, cuando entreabrió la puerta Susana y metiendo la cabeza por la abertura, nos dijo con arrogancia: He hecho café; ¿lo traigo? Quién te ha mandado... comenzó mi tía. Sí, sí dije interrumpiéndola con vehemencia, traelo en seguida. Yo la hubiera abrazado de buena gana por tan feliz idea; pero mi tía no compartía mi opinión.
Mirose mucho al espejo, embelesándose en su propia hermosura, de la cual muy pronto se había de congratular la marquesa como de cosa propia, y se dio algunos toques en el peinado. Uno de sus mayores encantos era la gracia con que compartía y derramaba su abundante cabello castaño alrededor de la frente, detrás de las orejas y sobre el cuello.
Catalina Lefèvre, mujer dotada de una gran energía, compartía las ideas de Hullin respecto de Luisa. Yo decía sólo quiero tener una hija que me ame; no deseo que se ocupe de las cosas de mi casa. ¡Con tal que esté contenta!... ¿No es verdad, Luisa, que no me incomodarás en nada? Y las dos mujeres se besaban. Pero Gaspar no volvía, y hacía dos meses que no se tenían noticias suyas.
Palabra del Dia
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