United States or Guinea-Bissau ? Vote for the TOP Country of the Week !


Entonces se le ocurrió la idea de hacer añicos aquel aparato de destrucción que amenazaba su fortuna. Pero no tardó en comprender que le pondrían a la puerta y que no sólo perdería su pensión, sino también su sueldo. Resignose, pues, a ser un buen criado. Por desgracia, sus camaradas hacían ya comentarios sobre el régimen vegetariano a que se había sometido.

Iba a enfilar la puerta como una exhalación; pero viéndola ocupada por el amo, saltó sobre el mostrador, sin duda para que le sirviera de trampolín; y derribando y haciendo añicos media docena de vasos y una botella, cruzó el espacio como un cohete; pasó, sin tocar, sobre la cabeza de Simón; cayó en la calle, sin soltar la morcilla, por supuesto, y desapareció en la calleja inmediata.

Al cabo de veinte y quatro horas viéron otra vez la luz; pero la canoa se hizo añicos en los baxíos, y tuviéron que andar á gatas de uno en otro peñasco una legua entera: finalmente avistáron un inmenso horizonte cercado de inaccesibles montañas.

Se le figuró ver que caía la Regenta y se aplastaba, que caía el Magistral y se aplastaba, que caía don Víctor y se convertía en tortilla, que el mismo don Álvaro rodaba por el suelo hecho añicos. No importaba. Había llegado el momento. Si perdía la ocasión, la vacante de Teresina, podía entrar otra y adiós señorío futuro. No había más remedio que ocupar la plaza inmediatamente.

Ni el Santiago de las batallas legendarias podía comparársele, cuando a falta de musulmanes derribaba los toros más bravos y hacía galopar su jaca por lo más intrincado de las dehesas, pasando como un rayo entre ramas y troncos sin hacerse añicos el cráneo.

Sin alterarse luego, hizo con pausa mil añicos de la carta, incluso del sobre; después estuvo a punto de echar los añicos en el cesto que tenía al lado para los papeles rotos; y al cabo, como reflexionándolo mejor, y como temiendo que la carta destrozada pudiera juntarse y recomponerse, se alzó don Braulio de su asiento, se dirigió a la chimenea que ardía en un lado de la sala, y arrojó con cuidado en la llama todos aquellos pedacitos de papel.

Se veía a los marineros acostados entre los platos y los restos del festín de la noche, y todo en el desorden más completo; las brújulas derribadas, las jarcias y las cuerdas confusamente mezcladas, armas y vasos hechos añicos, toneles desfondados dejando correr sobre el puente ríos de vino y de aguardiente... Aquí, bravos camaradas dormidos, en las posiciones más extravagantes, y oprimiendo aún una botella de la que no quedaba más que el cuello, parecidos a esos fieros guerreros musulmanes, que, ya muertos, aun conservaban el puño de la daga.

Pero, sin dar tiempo de que se llevaran los «dedales de muñeca» a fray Anselmo o a la abadesa madame Montballon, desnudó la espada, tomó las dos copas con ambas manos, e intentó con ellas unos ejercicios como juegos malabares, dándolas muy pronto contra el suelo, donde se hicieron añicos.

Doña Rebeca decía que estaba enfermo. Debía de ser verdad, porque a menudo salían del aposento ayes y gemidos. Lloraba entonces la madre; Narcisa se enfurecía, y si en tales ocasiones de tragedia llegaba Andrés a Rucanto, rodaban los muebles, estallaban los cacharros en añicos, y las puertas se batían en tableteos formidables.

Para Caragòl no ofrecía dudas la suerte de todo submarino que les saliese al encuentro: el «chico de Vannes» iba á hacerlo añicos al primer disparo. Una tarjeta postal, obsequio del bretón, representando la tumba del santo, figuraba en el sitio de honor de la cocina. El viejo le rezaba como si fuese una estampa milagrosa, y el Cristo del Grao iba quedando en segundo término.