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¿Había tenido el que escribía esa carta algún aviso de los amores con la joven prófuga? Entre las cartas de la Natzichet no encontró el juez alguna que le sirviera.

Mi persona le había inspirado siempre grave deferencia y respeto; solamente una vez, después de provocarlo, recuerdo que dio muestras de alguna impaciencia. Por la noche, cuando me retiraba del despacho, solía llevármelo a mis habitaciones, para que me sirviera de portador de cualquier adición o pensamiento feliz que pudiera ocurrírseme antes de que pasaran las cuartillas a la imprenta.

Hízose mi cavaliere servente, y yo me deleitaba y hasta me enorgullecía de que me acompañara y me sirviera.

Este claustro en que estamos decía , ¿creen ustedes que lo edificaron para que sirviera de refugio a la gente seglar y humilde que hoy lo habita? No señor; la iglesia, aunque generosa, no hubiera levantado estas habitaciones, con sus patios interiores y sus columnitas, para los Varas de palo, el pertiguero, etc.

Ponía los ojos en blanco, las manos en cruz y los hombros a la altura de las orejas para decir: «hay una ventana en el Castillo de Ponferrada que... vamos... no puedo expresar lo que es aquello...». Creeríase que por la tal ventana se veía al Padre Eterno y a toda la Corte Celestial. «Caramba con la ventana pensaba Jacinta, a quien le estaba haciendo daño el almuerzo . Me gustaría de veras si sirviera para tirarte por ella a la calle con todos tus condenados castillos».

Este amor ha hecho que, por servir noble y dignamente siempre á su majestad, que de otro modo no le sirviera yo, haya salido muchas veces sola de noche, yo que no he estado nunca sola, ni aun en mi casa.

Solo asi pasan sin violencia del trabajo al libro; y solo asi, esa lectura puede serles amena, interesante y útil. Ojalá hubiera un libro que gozára del dichoso privilegio de circular de mano en mano en esa inmensa poblacion diseminada en nuestras vastas campañas, y que bajo una forma que lo hiciera agradable, que asegurára su popularidad, sirviera de ameno pasatiempo á sus lectores, pero;

Bastante reñimos ya en el siglo XVI, para que volvamos a las andadas. La cosa no nos divertiría ahora, porque ya no tiene novedad. ¿No es cierto? Suspiró doña Brianda dignamente, por única respuesta. Y todos bebieron después; todos menos uno, el anfitrión, pues no le alcanzaron las copas, habiendo él roto dos, de puro nervioso, al tomarlas para que sirviera el vizconde...

Merecéis ser ahorcados todos, y para que sirviera de ejemplo, ahora deberíamos arrojar a usted desde lo alto de esta peña. El oficial palideció, porque creyó capaz a la vieja de ejecutar la amenaza; sin embargo, al instante se repuso, y replicó con tranquilidad: que los cosacos han prendido fuego a la finca que se ve frente a esta peña.

Siguiendo el hilo, prendiendo á Cosme Aldaba, atormentándole, se sabrá que el tal Cosme envenenó en las cocinas una perdiz destinada al almuerzo de la reina, que la entregó para que la sirviera el paje Cristóbal Cuero, y el paje, preso y sujeto al tormento, declarará que puso en la mesa de su majestad la perdiz envenenada; pero todas las pruebas recaerán en el sargento mayor don Juan de Guzmán.