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Ya recomendaba en voz baja a Fortunata que no estuviese tan displicente con doña Silvia; ya corría al comedor a disponer la mesa; ya se liaba con Papitos y con Patricia, y parecía que a la vez estaba en la cocina, en la sala, en la despensa y en los pasillos. Creeríase que había en la casa tres o cuatro viudas de Jáuregui funcionando a un tiempo.

Cuando iban cerca de tierra y pasaban rozando por encima de zarzales y plantas espinosas, creeríase que todas las púas se erizaban como garras para cogerla, y al volar por encima de un charco, los gansos de la orilla volvían de medio lado la cabeza mirándola, y con la esperanza de verla caer, corrían graznando tras ellaSúbeme, amiguito-gritaba-, para no oír a estos bárbaros».

De repente, una puerta se abría, un ruido de sedas cuyo frou-frou creeríase el paso de un duende, dejábase oír en la habitación, y a través de la media luz azulada del velador, el pobre viejo, enfermo y postrado, veía atravesar como un fantasma la sombra fascinante de Blanca, arrastrando ondas de rasos y encajes y dejando a su paso el perfume capitoso de juventud que embalsamaba la visión de Fausto.

Creeríase que todo el contenido de las vastas salas se regocijaba al verse iluminado. Despertaba todo, abriéndose cual ojos soñolientos, y la luz, acometiendo las cavidades negras, resucitaba, como a bofetones, tapicerías, muebles y cuadros. «Anda, anda, ¿quién será este animal? decía el litógrafo parándose ante los retratos . ¡Vaya una tiesura! perdone, caballero; yo creí que era usted un palo.

No bastaba ser federal ni llevar la cinta, que era preciso además que ostentase el retrato del ilustre restaurador sobre el corazón, en señal de amor intenso, y los letreros mueran los salvajes inmundos unitarios . ¿Creeríase que con esto estaba terminada la obra de envilecer a un pueblo culto y hacerle renunciar a toda dignidad personal? ¡Ah!, todavía no estaba bien disciplinado.

Creeríase que sale de las profundidades de la tierra y que el señor de Golfín, el hombre más serio y menos supersticioso del mundo, va a andar en tratos ahora con los silfos, ondinas, gnomos, hadas y toda la chusma emparentada con la loca de la casa.... Pero, si no me engaña el oído, la voz se aleja.... La graciosa cantora se va.... ¡Eh! Muchacha, aguarda, detén el paso.

Por lo que toca á la inventiva, creeríase inclinado cualquiera, á primera vista, á conceder menos riqueza á Calderón que á Lope de Vega.

Creeríase que la fuerte inervación de la mañana se iba gastando con los actos y movimientos de la persona en el curso del día, y que esta llegaba a la noche en el estado contrario, exhausta como el que ha trabajado mucho. Ya Fortunata se había acostumbrado a este tira y afloja, y ninguna de las extravagancias de su marido la cogía por sorpresa.

No serían mujeres si no necesitaran alguna vez estar bajo llave. Es frecuente ver dos manos flacas y nerviosas asidas a una reja, y oír la voz ronca de una desgraciada que pide le devuelvan los hijos que nunca ha tenido. Hay una que corre por pasillos y salas buscan do su propia persona. Volvamos al patio de varones pobres. Aquel día faltaba en él Rufete. Creeríase que había crisis.

En toda la casa no se oía ni el ruido de una mosca, pues el Ministro Plenipotenciario del principal era hombre solo, y fuera de las noches de recepción, que eran muy contadas, creeríase que allí no vivía nada. Por la solitaria calle de las Aguas se comunicaba brevemente Feijoo con su ídolo.