United States or Australia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Merecéis ser ahorcados todos, y para que sirviera de ejemplo, ahora deberíamos arrojar a usted desde lo alto de esta peña. El oficial palideció, porque creyó capaz a la vieja de ejecutar la amenaza; sin embargo, al instante se repuso, y replicó con tranquilidad: que los cosacos han prendido fuego a la finca que se ve frente a esta peña.

Con las mujeres me reconciliáis, señora; yo las tendría á todas por partículas del diablo, y confiéseme engañado: si queréis ser más feliz, don Juan, sois usurero, y no merecéis respeto, que en vuestra mujer tenéis un cielo. ¿Sabéis que venís muy adulador, don Francisco?

Usted que tiene hoja replicó la santa con gracia, y los demás se reían . Una peseta de premio por cada una. ¡Cómo va subiendo!... Usted nos tira al degüello. Lo que merecéis, publicanos. Villuendas tomó de un cercano montón dos duros y los añadió a los billetes del cambio. «Vaya... para que no diga...». Gracias... Ya sabía yo que usted...

Desde un balcón los insultó una mujer. ¡Canallas! ¡Gentuza ordinaria! ¡Ojalá os ahorquen, que es lo que merecéis!... Y en los guijarros del pavimento, resonó el choque de una vasija de barro rompiéndose, sin que los fragmentos alcanzasen a nadie.

¡Ah! exclamó el rey... vuestra dignidad... no vuestro amor... ¡Mi amor! No lo merecéis. ¡Señora! Hablo á mi esposo, al hombre, no al rey... vos no habéis penetrado como rey en medio de vuestra servidumbre, con la frente alta, mandando; habéis entrado como quien burla, por una puerta oculta que yo no conocía. ¿Quién os obliga á ocultaros en vuestra casa?

Y tenéis razón, don Francisco; no merecéis mi perdón, sino mi agradecimiento. ¡Qué lástima! dijo Quevedo. ¿Y de qué? ¿Pues no queréis que me lastime, si os veo loca? ¡Loca! ¿creéis en los hechizos? ¿es verdad que se puede hacer mal de ojo? Desembozáos, hija, á fin de que yo pueda veros.

Os amaré si merecéis que os ame dijo doña Clara volviendo á apagarse, por decirlo así. Y luego, con acento reposado, mientras don Juan suspiraba dominado por la firmeza de carácter de su mujer, ésta continuó: Llegó por acaso mi padre á tiempo de recibir la última mirada, la última sonrisa de mi madre.

Id con Dios, señor duque. Lerma salió, y Dorotea le acompañó hasta la puerta. Cuando oyó el ruido del carruaje del duque, volvió á la sala. En ella estaba ya Quevedo. Confieso que merecéis mucho, hija Dorotea exclamó ; habéis evitado que me prendan, del modo que más me convenía á , y que menos os compromete á vos.

En acabando de decir su glosa don Lorenzo, se levantó en pie don Quijote, y, en voz levantada, que parecía grito, asiendo con su mano la derecha de don Lorenzo, dijo: ¡Viven los cielos donde más altos están, mancebo generoso, que sois el mejor poeta del orbe, y que merecéis estar laureado, no por Chipre ni por Gaeta, como dijo un poeta, que Dios perdone, sino por las academias de Atenas, si hoy vivieran, y por las que hoy viven de París, Bolonia y Salamanca!

''En verdad que tendrían mucha razón, cuando no considerasen que soy mandado, y que mensajero sois, amigo, no merecéis culpa, non''. No os fiéis en eso, Sancho, porque la gente manchega es tan colérica como honrada, y no consiente cosquillas de nadie. Vive Dios que si os huele, que os mando mala ventura.