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El único ornamento de ella era un tosco anillo de hierro que tuvo de grillete durante su prisión en la isla de Cuba, cuando aun era un niño, por causa de sus ideas liberales y que le fue regalado por su señora madre después de su deportación a España, para que le sirviera de amuleto en su peregrinación por la libertad de su patria.

Entraba en la medicación el que Pilar anduvíese a lomos de borrico, a fin de que el trotecillo desigual le sirviera de ejercicio moviendo su sangre, sin causarle fatiga; y aunque la enferma aborrecía con toda su alma semejante cabalgadura, y hasta salir del pueblo iba a pie a costa de arrastrarse trabajosamente, consentía en montar, apenas se hallaba fuera de poblado.

Un hermoso rizo de cabellos negros, sujeto... con... no recuerdo... dijo la reina poniéndose un rosado dedo en los labios, como quien medita... ¡ah! ¡!... con un pequeño lazo de diamantes... en el cual estaban esmaltadas nuestras armas. ¡Nuestras armas! por cierto; era uno de los seis lazos que para que me sirviera de sobreherretes, me había regalado vuestra majestad.

La vanidad sirviera justamente para reconocer cuán ajeno fué de tal escrito, si el estilo no lo dijera á primera vista. Se habla en este libro con extrema parquedad de Antonio Pérez, y él no sabía hacerlo, por mucho que se quisiera disfrazar.

No había quien sirviera para ministro, y extranjeros fueron todos los gobernantes con Felipe V y Fernando VI; extranjeros los que vinieron a restaurar las perdidas industrias, a roturar las tierras abandonadas, a establecer los antiguos riegos y fundar colonias en los páramos frecuentados por fieras y bandidos.

Únicamente por los periodistas tuvo noticias de su nueva existencia. Dormía sobre la arena de la playa, sin una manta que le sirviera de lecho, sin una lona que le defendiese del rocío de la noche. ¡Cómo debía acordarse el pobre gentleman de su cama mullida, allá en la Galería de la Industria, que el presidente de su Comité hacía preparar todas las noches con tanta minuciosidad!...

Caminaba al azar, lejos de los caminos frecuentados, porque yo evito el encuentro con los que la naturaleza me ha dado por hermanos, y temía que la sangre que caía de mis pies desgarrados no les sirviera de rastro.

Doña Lupe encendió luz en el cuarto de Maximiliano, y empezó a observar. «¡Si encontrara alguna carta! pensó . ¡Pero quia! Ahora recuerdo que me han dicho que esa tarasca no sabe escribir. Es un animal en toda la extensión de la palabra». Registra por aquí, registra por allá, nada encontraba que sirviera de comprobación a la horrible noticia.

El Marqués supo por Joaquina esta resolución de la Condesa; y, cuando acosado por los acreedores, embargado y vendido cuanto poseía a fin de pagar sus deudas, tuvo que retirarse a este lugar, me dejó escrita la carta que he hecho entregar a V. para que me sirviera de introducción. La carta, hasta que ocurriese el caso hipotético que se preveía, había de estar en mi poder sin que nadie lo supiese.

Sin hablar una sola palabra, sin que uno ni otro sirviera de guía á su compañero, pero con silencioso y mutuo acuerdo, se deslizaron entre las sombras del bosque de donde había salido Ester, y se sentaron en el mismo tronco de árbol cubierto de musgo en que ella y Perla habían estado sentadas antes.