United States or Guyana ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡No morirás...! No temas que extrañas manos roben tus collares de gemas y maten de un hachazo tu árbol tradicional: los que guardan su libro de gestas legendarias y tienen por reductos las selvas milenarias, clarinearán mañana una marcha triunfal...

beben las almas graves y tranquilas el vino del ensueño y la quimera en el cálido vaso de la tarde. Octubre, 1908. Isla de los tesoros, Mindanao, isla fuerte de cristianos y moros, grande bajo el aliento del polífono mar; isla de bravas gestas y pugnas legendarias, que tiene por reductos las selvas milenarias y por vivac inmenso el campo secular.

Mucho hemos investigado sobre el origen del nombre Callao que lleva el primer puerto de la república, y entre otras versiones, la más generalizada es la de que viene por la abundancia que hay en su playa del pequeño guijarro llamado por los marinos zahorra o callao. A medida que pasan los años, la figura de Rodil toma proporciones legendarias.

En efecto; esta novela vio la luz a raíz de fracasados intentos para levantar en armas, de nuevo, a nuestra tierra, intentos que no apoyó Martí estimando que el plan no era suficiente ni el momento oportuno; brotó de su pluma cuando en desacuerdo con los caudillos prestigiosos, únicos capaces, con sus espadas heroicas y legendarias, de despertar el alma guerrera cubana parecía oscurecido, para siempre, en la política; fue engendrada en horas de la mayor penuria, en las que, no obstante, rechazando las tentaciones de la riqueza y sin otra guía que su conciencia ni otro consuelo que su inquebrantable fe en la Libertad, sus principios no capitularon.

Volved, pues, pueblo norte-americano, por vuestras legendarias libertades; llevad la mano á vuestros corazones, y decidme: ¿Os sería agradable que en el curso de los sucesos, Norte-América se encontrara en la triste situación de un pueblo débil y oprimido, y Filipinas nación libre y poderosa, en guerra con vuestros opresores, solicitara vuestro auxilio, prometiéndoos libertar de tan pesado yugo, y después de vencer á su enemiga con vuestra ayuda, os sojuzgara, negándoos esa libertad?

Y así Juan Jerez, a quien la Naturaleza había puesto aquella coraza de luz con que reviste a los amigos de los hombres, vino, por esas preocupaciones legendarias que desfloran y tuercen la vida de las generaciones nuevas en nuestros países, a pasar, entre lances de curia que a veces le hacían sentir ansias y vuelcos, los años más hermosos de una juventud sazonada e impaciente, que veía en las desigualdades de la fortuna, en la miseria de los infelices, en los esfuerzos estériles de una minoría viciada por crear pueblos sanos y fecundos, de soledades tan ricas como desiertas, de poblaciones cuantiosas de indios míseros, objeto más digno que las controversias forenses del esfuerzo y calor de un corazón noble y viril.

La mía fué un recuerdo para los seres queridos que habitan aquella lejana tierra que iba perdiéndose entre los crespones de la noche. El nombre de Tayabas arrancará siempre una vibración á nuestra alma. Concluída la oración nos dimos las buenas noches, siguiendo las legendarias costumbres de nuestros abuelos, cubrimos nuestras cabezas y tomamos asiento al abrigo de la camareta del timón.

Por de contado que aquí no podía esperarse nada parecido á lo que se hubiera visto en las fiestas populares de Inglaterra en tiempos de la Reina Isabel; ni rudas representaciones teatrales; ni ministriles con sus arpas y baladas legendarias; ni músicos ambulantes con un mono bailando al son de la música; ni jugadores de mano y titiriteros con sus suertes y artificios de hechicería; ni payasos y saltimbanquis tratando de alegrar la multitud con sus chistes, quizás de varios siglos de antigüedad, pero surtiendo siempre buen efecto, porque se dirigen á los sentimientos universales dispuestos á la alegría y buen humor.

Nosotros nos limitamos á consignar que los negros rebeldes de Ivonet y Estenoz no desplegaron ninguna de las legendarias dotes de energía y audacia que caracterizaron en otros tiempos á los montañeses orientales. Por lo que hace á las causas que hayan podido motivar esta carencia absoluta del legendario valor, ya hemos dicho que nos son desconocidas, y no tenemos el menor interés en averiguarlas.

Ni el Santiago de las batallas legendarias podía comparársele, cuando a falta de musulmanes derribaba los toros más bravos y hacía galopar su jaca por lo más intrincado de las dehesas, pasando como un rayo entre ramas y troncos sin hacerse añicos el cráneo.