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Cinco de los grandes telares del distrito federal de Rio de Janeiro emplean 8,000 operarios y envían al mercado unos 75,500,000 de yardas de telas. Otro telar emplea 1,500 operarios y utiliza 1,500 caballos de fuerza. Cuatro telares de Petropolis fabrican un promedio de 17,000,000 de yardas.

Supuesto lo que antecede, murmuraban unos y celebraban otros que, avergonzada Rafaela de no tener en su casa ni leche de vacas ni butiro fresco, había inducido a D. Joaquín a fundar una buena casa de vacas en la chácara de Petrópolis, donde había ricos y abundantes pastos: un capim exquisito.

Si no, a Tijuca. Petrópolis es más grandiosa y los cuadros que se desenvuelven en la magnífica ascención no tienen igual en la Suiza o en los Pirineos.

En Petrópolis, cuya poblacion apénas llega á 200 habitantes, tiene un lindo palacio el emperador y allí pasa generalmente los meses de diciembre, enero y febrero, que son los de mas calor. Para los viajeros hay dos hoteles regulares, el de Oriente y el Ingles: hay algunos paseos y caballos de alquiler.

En Petrópolis no hay nada que ver, absolutamente nada: es sitio de recreo por el viento fresco y puro que allí se respira: su grande altura es causa de que la temperatura sea fresca, eso es todo. Desde la cima de la sierra se alcanza el mar, las montañas y una deliciosa campiña.

Saliendo de Rio Janeiro el viajero se embarca en uno de los vapores que hacen la travesía, consistente en cruzar la bahía que dura cinco cuartos de hora: al desembarcar se toma el camino de hierro de Maná, que conduce hasta el pié de la sierra sobre la que se levanta Petrópolis.

Faltan libros, bibliotecas, museos, vida intelectual en una palabra. La mas elegante morada del emperador está situada en Petrópolis, especie de sitio real, á siete leguas de Rio Janeiro . El camino se hace de un modo pintoresco y variado, en vapor por mar, en vapor por tierra, y en carruaje.

Así, bajad del barco que se mece en las aguas de la bahía; habéis visto en la tierra los cocoteros y las palmeras, los bananos y los dátiles, toda esa flora característica de los trópicos, que hace entrar por los ojos la sensación de un mundo nuevo; creéis encontrar en la ciudad una atmósfera de flores y perfumes, algo como lo que se siente al aproximarse a Tucumán, por entre bosques de laureles y naranjales, o al pisar el suelo de la bendecida isla de Tahití... Y bien, ¡quedáos siempre en el puerto! ¡Saciad vuestras miradas con ese cuadro incomparable y no bajéis a perder la ilusión en la aglomeración confusa de casas raquíticas, calles estrechas y sucias, olores nauseabundos y atmósfera de plomo!... Pronto, cruzad el lago, trepad los cerros y a Petrópolis.

Terminadas todas estas revelaciones y apasionados discreteos, Rafaela tocó la campanilla, vino Madame Duval y sirvió el con bizcochos, pastas y tostadas, y ya con excelente crema de las vacas que había en la chácara de Petrópolis.

Los jardines botánicos, el museo nacional, la cúspide del Pão d'Assucar, la cima del Corcovado, Tijuca y el delicioso suburbio de Petropolis, en un valle entre las colinas hacia el norte, todos merecen atención. La segunda ciudad de importancia es São Paulo, con una población de 400,000 habitantes, situada a una elevación de 2,500 pies, como a 40 millas del mar, y cuyo puerto es Santos.