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Se quitó el bonete y dijo unas cuantas palabras en latín que nadie pudo escuchar. Después, poniéndose de nuevo el bonete y abalanzándose sobre la baranda, exclamó en alta voz: «Amados hermanos en Jesucristo...» Poseía una voz clara, de timbre dulce y simpática en extremo, que prestaba mayor realce a la gravedad de su rostro.

Martín, aunque respecto a él no podía negar la exactitud del cargo, creyó no debía permitir este ultraje dirigido a los Zalacaín y, abalanzándose sobre el joven Ohando, le dió una bofetada morrocotuda. Ohando contestó con un puñetazo, se agarraron los dos y cayeron al suelo, se dieron de trompicones, pero Martín, más fuerte, tumbaba siempre al contrario.

E inflamadas por el agradecimiento las mujeres lloraban, abalanzándose a las andas del santo, besando en ellas lo primero que encontraban, los barrotes de los portadores o los adornos de la peana; y toda la fábrica de madera y bronce sacudíase como una barquilla entre el oleaje de cabezas vociferantes, de brazos extendidos y trémulos por el entusiasmo.

Los demás retrocedieron vociferando y amenazadores siempre, pero quedándose á prudente distancia, después de destrozar el cuerpo del infeliz escudero; acto de crueldad que vengó Tristán abalanzándose sobre la chusma y asiendo con sus nervudas manos á dos villanos, cuyas cabezas golpeó una contra otra con fuerza tal que ambos quedaron tendidos en el suelo, sin dar señales de vida.

En esto, D. León Pintado había abierto con no poco trabajo la reja de la sacristía; saltó al patio, única manera de comunicarse con el convento desde la sacristía, y abalanzándose a Mauricia le sujetó ambos brazos. «¡Suéltame, León, capellán de peinetasrugió la visionaria...

Guardó Amparo silencio durante un momento. Mustafá seguía abalanzándose a la reja y gruñendo. Yo no podía permanecer en la difícil posición en que me encontraba dijo al fin ella me veía expuesta a atrevimientos de todo género.

Entró el entierro en la Iglesia de San Pedro, el cadáver de Marcilla fue colocado en un gran túmulo y diose principio al Oficio. La infeliz Isabel, no pudiendo resistir mas, abrió al dolor la llave, dio rienda suelta al llanto, y abalanzándose cubierta a donde estaba el féretro, esclamó: ¿Es posible que estando tu muerto, tenga yo vida?

¡No puede ser! dijo Timoteo inundado de gozo. ¿Que no puede ser? chilló el cura abalanzándose a él y sujetándole por la solapa de la levita. ¿Cree usted que yo no soy capaz de pisarle la cara? No es eso. Lo que yo quería decir es que me extrañaba que un muchacho tan inocente, que parecía una palomita sin hiel...

Largo fué el combate, brillantes los golpes y paradas que demostraron la pericia de ambos, hasta que impaciente el de Santiago hizo saltar á su caballo hasta tocar al del inglés, y abalanzándose sobre el barón le rodeó el cuerpo con sus brazos.

Jacobo no se aturdió, ni Tom Sickles tampoco; empuñó el primero las riendas sin hacer ningún movimiento y saltó el segundo fuera del coche, abalanzándose a la rueda opuesta a la hundida, y tirando hacia el centro del camino con todas sus fuerzas; la vieja casera acudió en su ayuda, tirando con sus descarnados brazos, que parecían tener el aguante de dos poderosos cables.