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Hecho esto, dispuso que se proveyesen de arados y otros instrumentos agrícolas para cultivar los campos, haciendo al propio tiempo algaras y correrías por los pueblos aledaños, saqueando, devastando, y llevando prisioneros al campamento á cuantos cristianos cayesen en sus manos. Los que sufrian esta suerte eran inmediatamente decapitados, y sus cadáveres arrojados á la entrada del desfiladero.

Del terreno en que estaba enclavada y sus aledaños, de las condiciones y aspecto del paisaje, de su clima, de sus recursos para la vida algo más que animal, de las costumbres de sus habitadores, era ocioso inquirir cosa alguna por informes de aquel buen señor, que con estar tan pagado de su estirpe y poner en los cuernos de la luna los blasones de su casa y la tierra en que había nacido, sólo una vez y muy de prisa volvió a ella después de haberla abandonado, aunque por imperio de la necesidad, siendo muchacho todavía.

Cuando llegué al cuarto de mi tío, ya se habían apoderado de él y de sus aledaños Lituca y su madre, y enviado a Facia a sus ordinarios quehaceres, por no ser necesaria allí su presencia por entonces.

También la tenía con algún cuidado el temor de que su gordura llegara a impedirla el proyectado viaje a la tierra nativa, cuya ocasión podía tocar ya con los dedos a poco que alargara el brazo, porque si a aquellas horas el caudal de su marido no daba para comprar a peso de oro toda Villavieja con sus inherentes y aledaños, no distaría de ello media talega...

De seguro que no hubiera consentido esa señora rimeros de libracos viejos y apolillados sobre el sofá de damasco rojo, ni un banco de roble tallado entre dos sillas de reps verde, ni dos pedruscos célticos y una escombrera de cascotes romanos encima del banco de roble y de la consola de nogal, no obstante ser los unos y los otros buena presa del solariego en sus incesantes exploraciones arqueológicas en aquellas comarcas y sus aledaños; ni una escopeta detrás de la puerta del balcón, ni una colodra colgada de un retrato.

Tienen sus tierras lejos; hoy Infantes carece de población rural; entonces tampoco la tenía. Las clases directoras poseían sus haciendas en término de la Alhambra. Contaba entonces la Alhambra con una población densa de caseríos y granjas. Todavía en el siglo XVIII, según el censo de 1785, ordenado por Floridablanca, eran veinticuatro las granjas situadas dentro de los aledaños de la Alhambra.

El hospedaje de doña Trina lo patronizaban tantos pupilos y huéspedes flotantes, que no bastando para contenerlos el amplio y profundo piso de la calle de Hortaleza, como si dijéramos la metrópoli hospederil, la señora había alquilado otros cuartos, al modo de colonias, en los aledaños y calles contiguas, uno de ellos en la calle de la Reina, que es donde yo tenía mis aposentos.

Después de algunos momentos de absoluto silencio, y pasada la hora de la primera azala, procédese á la conduccion del augusto cadáver al cementerio del alcázar: concédese entrada franca al pueblo que recibió de su rey en vida tantas pruebas de amor y de justicia, y entre los que corren presurosos á presenciar el solemne entierro formando apiñadas turbas, se mezclan y confunden el Egipcio de piel tostada, procedente de Beja ó de Lisboa, el Emeseno que olvida la tierra del Líbano por la de Sevilla ó Niebla, el Palestino, descendiente de Filisteos, que habita en Medina Sidonia ó en Algeciras, el Persa de voluminoso turbante arraigado en la antigua Julia , el Asirio morador de la montuosa Elvira, el Kinserita que disfruta las minas y los pastos de Jaen, y el Damasceno que goza las preeminencias de Cortesano; sobresalen por sus ricos trages y por el privilegio de llevar el cabello largo recogido á un lado, los Cadíes de la capital y sus aledaños, distínguense los turbantes amarillos de muchos Judíos, y llaman la atencion por los lineamientos de sus bermejos semblantes no pocos Españoles de orígen godo, que habiendo nacido en la grey de Cristo, renegaron ¡oh mengua! de su religion, y seducidos por el interés sirven como mulados en el ejército musulman.

Ha ido más lejos este libro aún, trasponiendo el límite de nuestro territorio para interesar a toda América, y franqueando los aledaños de nuestro idioma para ser vertido, siquiera fragmentariamente, a cuatro lenguas europeas fortuna esta última raras veces lograda por escritores de la América española . Libro así prestigiado, por el éxito editorial y la indiscutida gloria de su autor, no podía faltar en la BIBLIOTECA ARGENTINA, y ella se atreve a reeditarlo, no para colmar un vacío, puesto que son numerosas las ediciones del Facundo, sino porque creemos que siempre habrá lectores para obra tan fundamental, y que nuestra colección quedaría incompleta si omitiéramos ésta, vinculada a las fuerzas más esenciales de nuestra cultura.

Desde entónces la nacion se hace respetable, y uniendo sus fuerzas obtiene conquistas en los territorios aledaños. La lucha contra la nobleza y la casa de Austria continúa con ventaja creciente para los pueblos, y su prosperidad es muy notable. Hácia fines del siglo XV los Grisones, que habian formado su liga separada, se constituyen en canton independiente.