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Tratábale su tío afablemente; por respeto o adulación al Prelado, hacían lo mismo cuantos le rodeaban, y merced a su protección entraba Lázaro en la carrera a que le habían destinado, escudado contra las privaciones, con el porvenir preñado de fortunas, y el alma llena de presentimientos.

Quevedo salió y se encaminó á casa del duque de Lerma, en cuya portería escribió la carta en tres renglones que le abrió paso hasta el despacho del duque. Recibióle Lerma afablemente y le mostró la carta que acababa de leer. Explicadme esto, don Francisco le dijo. La explicación está en estos sangrientos papeles dijo Quevedo entregando al duque los que llevaba en la mano.

Mucho tiempo hacía que Anita no había tenido uno de aquellos impulsos cariñosos de que solía ser objeto don Víctor, pero aquel día, a la tarde, sobre todo al obscurecer, lloró ocultando el rostro, pensando en el esposo ausente. «¡Cuánto deseaba su presencia! sólo él podría acompañarla en la soledad de enfermo que empezaba aquel día». En vano la Marquesa, Paco, Visitación y Ripamilán acudieron presurosos al tener noticia del mal; a todos los recibió afablemente, sonrió a todos, pero contaba los minutos que faltaban para las diez de la noche. «¡Su Quintanar!

Llegados á Tortosa eligieron á Vidael Benvenista, uno de los mas sabios en su caduca lei, para que fuese su orador en el congreso, i luego se presentaron en el palacio i ante la persona de Benito XIII: quien los recibió mui afablemente, i dispuso que fuesen con toda comodidad hospedados, servidos i agasajados, ofreciéndoles que en nada recibirian molestia; pues allí eran venidos para convencerse ó no de lo errado de sus doctrinas, no para ser vejados ni oprimidos en manera alguna.

Que es usted una alhaja. ¿Por qué me dice usted eso, bella Anita? pronunció ya afablemente Borrén, que al verse entre gentes y en calles transitadas había recobrado su aplomo. Porque... que uno se marche cuando enferma.... ¡Pero usted! ¡Pero qué hombres! articuló con ira . ¡Si aunque se acabase la casta... no se perdía tanto así!

En cambio él la contempló a su gusto; mas de pronto se oyó la voz de don Luis que llamaba a su hija, y al soltar ésta el periódico, por muy presto que quiso Pepe apartar los ojos, le sorprendió Paz por vez segunda en flagrante delito de admiración, a pesar de lo cual, al verle marchar poco después, no mostró enfado en gesto ni en palabras, despidiéndose de él afablemente.

Y por si esto pudiera ofenderla, dijo después: Usted, mamá, debe escuchar con gusto que Julia es guapa, porque además de ser su hija, se le parece notablemente. Tampoco admito esa flor encubierta... ¡Te has vuelto muy galante, Miguel! repuso la brigadiera dignándose sonreír afablemente. Más había de galantería que de verdad en lo que aquél acababa de decir.

¡Bien puede ser! le contestó sonriendo afablemente al dirigirse, como lo hizo, hacia las piezas interiores contemplado desde la puerta del escritorio por Ramona que al salir al corredor tiró a un cantero del jardín el gajo de cedrón estrujado que tenía en la mano.

Levantó la cabeza y exhaló un largo suspiro. ¡Oh, qué delicioso aroma! Octavio se apresuró á hundir también el rostro en la flor que la dama aún tenía cogida. ¡Delicioso! ¡delicioso! ¡Es tan penetrante... tan embriagador!... Siempre fuí apasionada de este aroma. Yo lo seré de aquí en adelante. La condesa soltó la rama é inclinó la cabeza sonriendo afablemente.

Por eso yo me he puesto a cubierto de los dos casos dijo Lorenzo sonriendo afablemente. ¡!... ¡qué gracia!... has vivido en forma que no te permitía pensar en «novias»... Eso es historia antigua... Felizmente para ti. Después el estudio te ha absorbido todo tu tiempo, como que por una de esas reacciones muy explicables te pasaste a la otra alforja... Para recuperar lo perdido.