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No era posible hacer antes la reparación. Ferragut calculó lo que representaba para sus negocios esta pérdida de tiempo. Le esperaban valiosos fletes en Marsella y Barcelona. Pero queriendo tranquilizarse á mismo y aplacar á su segundo, repetía muchas veces: Inglaterra nos indemnizará... Los ingleses son generosos. Y para adormecer su impaciencia, se trasladaba á tierra.

El tío, que había tomado muy en serio el papel de Argos, estaba, como de costumbre, leyendo un periódico, sentado en su sillón gótico, del cual no se levantaba más que cuando Cristeta decía: «que me voy a mudar». Entonces se trasladaba a un rincón del pasillo, y situándose bajo un mechero de gas, seguía leyendo, charlaba con el bombero de servicio o daba palique a alguna de las coristas que andaban de un lado para otro pidiéndose prestados los peines, la borla de los polvos o la mano de gato.

Siempre que podía se escapaba de casa; corría sola por los prados, entraba en las cabañas donde la conocían y acariciaban, sobre todo los perros grandes; solía comer con los pastores. Volvía de sus correrías por el campo, como la abeja con el jugo de las flores, con material para su poema. Como Poussin cogía yerbas en los prados para estudiar la naturaleza que trasladaba al lienzo.

Muchas veces, cuando en el verano iba la cuadrilla de una provincia a otra y Gallardo se trasladaba al vagón de segunda en que viajaban los «chicos», montaba en éste algún cura rural o una pareja de frailes. Los banderilleros dábanse con el codo y guiñaban un ojo mirando al Nacional, que parecía más grave y solemne ante el enemigo.

Un vientecillo suave que apenas movía los más tiernos tallos y renuevos, esparcía con sus alas el grato aroma de las flores, trasladaba a larga distancia las aladas semillas y llevaba de unos cálices a otros el polen fecundante.

Y después de un momento en que consagraba mi alma al culto absoluto de mis recuerdos de niño, por una transición lenta y penosa, me trasladaba a México, al lugar depositario de mis impresiones de joven. Aquél era un cuadro diverso.

El corifeo hacía una señal: el coro callaba y quedaba inmóvil: si adivinaba quién tenía la sortija, éste pasaba al centro del corro, y aquél ocupaba su sitio; si no, volvía a seguir el florón su carrera. Nuestro joven gozaba con este juego, porque le trasladaba a la infancia, y acaso también porque al agitar las manos sentía el contacto de las de Maximina.

En casa de los padres de Paca todos los años se ponía y era uno de los más famosos y concurridos de la ciudad, porque la tienda poseía un gran patio (donde crecía la parra que le diera nombre), muy acomodado al caso. La reunión de la casa de Velázquez se trasladaba allí en masa por las tardes.

Iba a pasar suntuosa procesión; era el cardenal Bibbiena, que se trasladaba a la iglesia donde debía celebrar. »Véale, véale me dijeron, mostrándome su dedo adornado magníficamente de oro y pedrería. »Fijé mi vista sobre el santo ministro que echaba su bendición al pueblo arrodillado ante él. »¡Teobaldo! exclamé.

Reñía a su marido si con sus pies trasladaba la más leve pella de barro de la calle al salón, y revolvía la casa haciendo ir de cabeza a todos los domésticos apenas descubría en la cocina unas gotas de aceite derramadas fuera de la vasija o un pedazo de pan abandonado en un rincón. Una perla para la casa: ¿no lo decía yo? murmuraba el padre satisfecho. Su virtud era intolerable.