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Finalmente llegándose el dia de Navidad le envió á llamar, diciéndole que estuviese de buen ánimo pues le habia asegurado con su y palabra. Estuvo dudoso mucho tiempo, hasta que se desengañó, y se fué al Emperador, de quien fué magníficamente recibido, pero siempre se retiraba á los navíos, á donde el Emperador tuvo siempre cuenta de regalarle.

El duque César de La Tour de Embleuse, hijo de uno de los emigrantes más fieles al rey y de los más encarnizados contra el pueblo, fue magníficamente recompensado por los servicios de su padre. En 1827, Carlos X le nombró gobernador general de las posesiones francesas del Africa occidental. Tenía apenas cuarenta años.

Y Delaberge la siguió por un corredor que llevaba a las habitaciones particulares de la familia y le hizo entrar en una pieza que servía al mismo tiempo de despacho y de comedor; con trémula mano encendió una bujía que iluminó vagamente las paredes, adornadas con estampas religiosas, con dos medianos retratos del Príncipe y de su mujer y con los diplomas de Simón, magníficamente encuadrados.

Candido contradixo un poco, pero con prudencia; y Martin fué en todo del dictámen del senador. Sentáronse á la mesa, y después de una opípara comida entráron en la biblioteca. Candido que vió un Homero magníficamente enquadernado, alabó mucho el fino gusto de Su Ilustrísima. Este es el libro, dixo, que era las delicias de Panglós, el mejor filósofo de Alemania.

Las mulas se pusieron en movimiento, sonaron las campanillas, rechinaron las ruedas y el pequeño convoy, compuesto del coche y del carro, salió de Madrid. Quince días después entraba en París. El duque tomó una hermosa casa en la calle de San Dionisio. Es decir, la compró. La hizo amueblar magníficamente en dos horas. Llamó modistas y vistió á Esperanza de un manera regia.

Si no fuera porque unas veces es escaso el aire y otras la humedad excesiva, preferiría estos lugares subterráneos a todos los demás lugares que conozco. Esto es la idea de la meditación. Yo siento en mi cerebro un paso, un agujero lo mismo que este por donde voy, y por él corren mis ideas desarrollándose magníficamente.

Cuéntanse tambien muchas y admirables casas de enagenados; á media legua de Berna, se levanta un majestuoso edificio destinado á la asistencia y curacion de los pobres locos: es admirable bajo todos conceptos, y como él son los demas que he visto en diferentes cantones; el de los alrededores de Berna está magníficamente situado; delante se ostentan verdes y lozanas praderas, un abundoso y pintoresco bosque le rodea, y le circuyen los Alpes, con sus elevadas cumbres.

El ensayo fué bueno, tuve la suerte de no sufrir el mareo haciendo todo el viaje perfectamente bien. Rio Janeiro, capital del imperio del Brasil, es una ciudad de 300,000 almas; magníficamente situada y con una soberbia y pintoresca bahía, una de las mayores del mundo.

En la de Julio César se contiene todo esto: «A don Francisco Zapata conde de Barajas, Asistente vigilantísimo de esta Ciudad, mayordomo del rey, y amante muy equitativo de la justicia, por haber limpiado esta antigua y abandonada laguna de las aguas inmundas de toda la ciudad, convirtiéndola en un paseo muy extenso, sembrado de frondosos árboles y regados con fuentes perennes, dando así á los ciudadanos un cielo más saludable y un viento más fresco en los ardores del estío; y por haber restituído á su antiguo origen el arroyo de las aguas del Arzobispo, interrumpido por la antigüedad y abandonado, trayendo sus aguas á varias calles de la Ciudad para grande consuelo del pueblo sediento: por haber trasladado aquí las columnas de Hércules, con un trabajo comparable á los del mismo Hércules: por haber hermoseado la Ciudad con puertas magníficamente fabricadas y por haberla gobernado con suma humanidad, el Senado y Pueblo de Sevilla le consagran este monumento en testimonio de su amor y gratitud, en el año 1598

Levantáron á pocas leguas de la ciudad un vasto palenque cercado de anfiteatros magníficamente adornados; los mantenedores se habian de presentar armados de punta en blanco, y se le habia señalado á cada uno un aposento separado, donde no podia ver ni hablar á nadie.