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La nueva empleada de Correos, provista de todos los diplomas, tiene la intención, según me ha dicho, de utilizar las horas que tiene libres, y hasta me ha rogado que le busque discípulas en Candore o en los alrededores.

En su tránsito por Egipto, vio y admiró donna Olimpia la esfinge, las pirámides y multitud de otros monumentos del tiempo de los Faraones. Llegada sana y salva a Alejandría, se embarcó con su gente en un barco mercante de Venecia, que navegaba con diploma o patente del gran turco Solimán, a quien para obtener tales diplomas pagaba un considerable tributo anual la Señoría.

Todos sus estudios en la escuela fueron coronados por un éxito lisonjero; diplomas con orla de colores, libros, medallas de metal azogado, hasta una corona de laurel con cintas de seda que hizo llorar y moquear copiosamente a doña Martina, cuando de las manos del maestro la vio bajar solemnemente a la cabeza de su hijo.

Y Delaberge la siguió por un corredor que llevaba a las habitaciones particulares de la familia y le hizo entrar en una pieza que servía al mismo tiempo de despacho y de comedor; con trémula mano encendió una bujía que iluminó vagamente las paredes, adornadas con estampas religiosas, con dos medianos retratos del Príncipe y de su mujer y con los diplomas de Simón, magníficamente encuadrados.

Rafael contemplaba un medallón con el retrato venerable de don Pedro del Brasil; el emperador artista que saludaba a la cantante en una dedicatoria trazada con brillantes; planchas de oro y pedrería, recuerdo de entusiastas que tal vez comenzaron por desear la mujer y se resignaron admirando la artista; pintarrajeados diplomas de sociedades dándola las gracias por su concurso de funciones benéficas; un abanico de la reina Victoria con la fecha de un concierto en el palacio Windsor; una pulsera regia de Isabel II, como recuerdo de varias veladas en París en el palacio Castilla, y un sinnúmero de costosas chucherías, de caprichos riquísimos, presentes de príncipes, grandes duques y presidentes de repúblicas americanas.

¿La pequeña Irma, que tenía las manos tan rojas y la deplorable costumbre de pisar los moñigos de vaca? La pequeña Irma es ahora una joven que vuelve de Santa Clotilde con todos los diplomas y tan hecha a las buenas maneras, que desprecia soberanamente a los aldeanos, empezando por el bueno de su padre. Prefiero, entonces, la antigua Irma.

Luego, en otros cuadros no menos deslumbrantes, mostrábanse todas las distinciones concedidas a don Pablo, tan honoríficas como santas; pergaminos con grandes sellos e inscripciones rojas, azules o negras; títulos de comendador de la orden de San Gregorio, de la de Pro ecclesiæ et Pontifice, y de la Piana; diplomas de caballero Hospitalario de San Juan y del Santo Sepulcro.

No estarán demás otras recomendacionesNada me gustaron los dos o tres pretendidos profesores que al día siguiente se presentaran en casa. No traían diplomas, ni recomendaciones. Más que austeros sacerdotes de la religión del bridge, más que aristocráticos súbditos de su majestad el Bridge, pareciéronme aventureros y caballeros de industria. Por eso los despaché...

Las paredes blancas, chapadas de azulejos árabes hasta la altura de un hombre, estaban adornadas con prospectos de corridas de toros impresos en sedas de diversos colores. Diplomas con vistosos títulos de asociaciones benéficas recordaban las corridas en que Gallardo había toreado gratuitamente para los pobres.

Esto vale más que todas las estampas con lunas, lagos, amantes y otras macanas que mi «romántica» pone en las paredes para que críen polvo. Y señalaba los diplomas honoríficos que adornaban el escritorio, las copas de bronce y demás bisutería gloriosa conquistada en los concursos por los hijos de su pedigrée.