United States or Eswatini ? Vote for the TOP Country of the Week !


El Goethe quería llegar hermoseado al término de su viaje, y un blanco de leche refrescaba los tabiques de las cubiertas y las cañerías interiores; un amarillo tierno de manteca abrillantaba los mástiles, la chimenea y los brazos de las grúas; un negro intenso ocultaba las desconchaduras del enorme casco, dando a éste un aspecto virginal, cual si acabase de deslizarse por la grada de un astillero.

24 ¿Por qué escondes tu rostro? ¿Olvidaste nuestra aflicción, y la opresión nuestra? 25 Porque nuestra alma se ha agobiado hasta el polvo; nuestro vientre está pegado con la tierra. 26 Levántate para ayudarnos, y redímenos por tu misericordia. 2 Te has hermoseado más que los hijos de los hombres; la gracia se derramó en tus labios; por tanto Dios te ha bendecido para siempre.

Había hermoseado su tienda con lujo asiático: magníficas sillas pintadas de verde esmeralda; clavos romanos, tamaños como platos soperos, para colgar las toallas de tela de un dedo de grueso, grabados que representaban un Telémaco muy largo, un Mentor muy barbudo y una Calipso muy descarnada; tales eran los adornos que rivalizaban en dar esplendor al establecimiento.

Mi temperamento, en la escala de lo sensible, ni siquiera llegaba al grado de los innumerables que para «sentir el natural» necesitan verle reproducido y hermoseado en el lienzo por la fantasía del pintor y los recursos de la paleta; y, sin embargo, yo leía algo que jamás había leído en la Naturaleza cada vez que la contemplaba a la luz de las impresiones transmitidas por don Sabas encaramado en las cimas de los montes.

Juanita imaginaba, ufanándose, que el amor de él, aunque mal pagado, había ennoblecido y hermoseado su alma y sus facciones, desterrando de ellas aquella vulgar expresión que solía tener antes, cuando él, exento de amor sublime y poco venturoso, lucía su ingenio diciendo chuscadas a menudo chocarreras.

Hermoseado por las flores en primavera, adornado de frutos en verano y otoño, el cortinaje suspendido delante de la catarata ahoga en parte el estrépito; hasta podría suponérsele lejana si el sol, penetrando sus rayos por entre las ramas, no hiciera brillar por diversos puntos el gigantesco diamante que oculta la verdura.

En la de Julio César se contiene todo esto: «A don Francisco Zapata conde de Barajas, Asistente vigilantísimo de esta Ciudad, mayordomo del rey, y amante muy equitativo de la justicia, por haber limpiado esta antigua y abandonada laguna de las aguas inmundas de toda la ciudad, convirtiéndola en un paseo muy extenso, sembrado de frondosos árboles y regados con fuentes perennes, dando así á los ciudadanos un cielo más saludable y un viento más fresco en los ardores del estío; y por haber restituído á su antiguo origen el arroyo de las aguas del Arzobispo, interrumpido por la antigüedad y abandonado, trayendo sus aguas á varias calles de la Ciudad para grande consuelo del pueblo sediento: por haber trasladado aquí las columnas de Hércules, con un trabajo comparable á los del mismo Hércules: por haber hermoseado la Ciudad con puertas magníficamente fabricadas y por haberla gobernado con suma humanidad, el Senado y Pueblo de Sevilla le consagran este monumento en testimonio de su amor y gratitud, en el año 1598

Y no sólo aquella calle, sino el resto de Salamanca; pues es de advertir que éramos sus primeros visitadores después de la inauguración del ferrocarril, á que asistieron S. M. el Rey y su comitiva..... Aun no se había profanado nada por insustanciales curiosos; aun no se había alineado, revocado ni hermoseado cosa alguna, defiriendo á las críticas de los doctores madrileños de ornato público á la moderna; aun Salamanca era Salamanca..... ¡Quiera Dios que continúe así todavía!

Atrevete a acusarte a ti mismo: prosigue. Se me parecia en lo esterior, en los ojos, en la cabellera, en sus facciones y aun en su metal de voz; pero en ella todo estaba suavizado y hermoseado por sus atractivos.

Tenía ante sus ojos el bosque inmenso hermoseado por la difusa luz de las estrellas, borrando en la penumbra su acre aspereza de vegetación salvaje, unificando sus bravíos colores en una vaguedad fantástica de inmenso jardín encantado. Maltrana creyó ver un gigantesco dibujo blanco y negro sobre un papel azul perforado por innumerables picaduras de alfiler que daban paso a la luz.