United States or Ukraine ? Vote for the TOP Country of the Week !


Las señoras rieron, tapándose la cara con los abanicos. ¡Qué lengua, qué lengua tiene usted, Suárez! No me sirve más que para decir lo que es cierto. Las niñas de Madrid me hacen el efecto de sombras chinescas. En ustedes encuentro seres visibles, palpables... y hasta confortables. Marta observó que la bujía de un candelabro se estaba concluyendo y que iba a hacer estallar la arandela de cristal.

Otros camareros venían después, sosteniendo platos luminosos, grandes bandejas, en cuyo interior elevábanse los helados en forma de castillos, aves o chalets, todos bajo campanas de cristal de diversos colores y con una bujía en el centro. Cerraban la marcha varias señoritas de gran sombrero y rubia cabellera suelta, que sonreían impúdicamente a los hombres enviándoles besos.

La carta de don Juan escondida en el libro devoto, leída con voz temblorosa primero, con terror supersticioso después, por doña Inés, mientras Brígida acercaba su bujía al papel; la proximidad casi sobrenatural de Tenorio, el espanto que sus hechizos supuestos producen en la novicia que ya cree sentirlos, todo, todo lo que pasaba allí y lo que ella adivinaba, producía en Ana un efecto de magia poética, y le costaba trabajo contener las lágrimas que se le agolpaban a los ojos.

Aquellos espíritus ascéticos no podían olvidarse de que era un día consagrado por las penitencias de Jesús en el desierto. En su consecuencia, las niñas que se acercaron al piano abstuviéronse de cantar el vals de La Bujía Elegante. Sus gargantas piadosas no modularon más que el Ave María de Schubert, la de Gounod y otras piezas donde se exhala el amor divino.

Tocaba la obra á su término, á las ocho de la noche, cuando súbitamente corrió la voz de que en el coliseo se había declarado un incendio, el cual empezó porque una bujía prendió fuego en una de las simuladas nubes de papel y tela.

Doña Clara se puso encendida. Además dijo la reina, que había quedado pensativa ; podemos contar con otra persona más importante de lo que parece... ¡Una persona importante! Importantísima. ¿Y quién es esa persona? Ven, ven dijo la reina , trae una bujía. Y marchando delante de doña Clara, fué á su dormitorio. Aquí hay una puerta dijo la reina señalando un lugar de la tapicería.

La de Lemos iba ceñida á la pared del lado izquierdo, con la bujía levantada, mirando los números pintados sobre las puertas, y ya había recorrido un gran espacio sin encontrar el número 10, ni la puerta verde, cuando oyó al fondo de la galería ruido de pasos lentos y marcados, como los de un hombre que anda pesadamente y con dificultad.

Entonces el cuadro que se presentó a la vista de los que allí se encontraron, fue terrible: en un extremo de la estancia, la cuna de la niña cubierta de hollín: las cortinas se habían encendido, el fuego había invadido las ropas; la desgraciada criatura había muerto quemada, por un descuido de Graciana, que, atolondrada por la fuga, había dejado la bujía a poca distancia de la cuna.

Entonces Quevedo aplicó la luz de una bujía á aquella especie de pira que casi tocaba al techo, y luego otra bujía y luego otra; una llama viva y brillante apareció á los pocos momentos, y un humo denso y blanco inundó la cámara. Era inevitable un incendio. La cámara debía convertirse en pocos minutos en una hoguera.

Al llegar a ella quedó petrificado de terror ante la escena que apareció a su vista. Un hombre se revolcaba en medio de la habitación en un charco de sangre, mientras D. Miguel, de pie sobre la cama, agitaba triunfante una pistola gritando con sonrisa feroz: ¡Ya cayó uno! ¡Ya cayó uno! La mortecina luz de una bujía tirada en el suelo alumbraba aquella fatídica escena.