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Todo lo que ella puede decir contra esa ley será tan especioso como se quiera; pero no será mas que una vana cavilacion: cavilacion que si la flaqueza del entendimiento no bastare á deshacer, se encargaria de resistirla la naturaleza, hasta que una nueva existencia en otra vida nos venga á revelar lo que hay en la profundidad de esos arcanos, y cómo se enlazan esos eslabones cuyos puntos de contacto no divisará la razon, mientras la naturaleza experimenta la irresistible trabazon con que la ligan en todos los momentos de su existencia.

La misma mirada de misia Melchora no podría resistirla cuando escudriñara mis verdaderos sentimientos. ¡No, no!; pobreza, oscuridad, fatiga, todo es preferible a este remordimiento, a verse interrogada por tantos varones ilustres que fueron espejos de santidad y cifra y compendio de todas las virtudes caballerescas.

Leto empezó a creer que no había modo de resistirla ni de engañarla... Pues las tres tablas dijo ; pero ¡muchísimo cuidado, Nieves! Y se dispuso a complacerla, comenzando por olvidarla para no ser más que barco inteligente.

Volvió a mirar Simón a su mujer, como preguntándola: «¿qué te parece de esto?»; pero con tal mirada y tal semblante le contestó Juana, que, no pudiendo aquél resistirla sereno, volvió sus ojos al señor cura, y le dijo por decir algo: Lo pensaremos, señor don Justo. Y haréis bien replicó éste.

Todo me anuncia una buena noticia. La desgracia no puede durar tanto tiempo, ¿no te parece? Es como la mala suerte en el juego: acaba por pasar; lo que importa es tener fuerzas para resistirla... Debería sentirme satisfecha. La emoción apenas me ha dejado dormir esta noche... He pasado de los treinta; ya sabes: esos treinta mil francos que parecían antes el límite de mi suerte.

La viuda se estuvo un momento callada, pero la comezón era demasiado fuerte y, no pudiendo resistirla por completo, se alivió primero en voz baja a modo de soliloquio y fue levantando el tono insensiblemente hasta acabar por una interpelación mal disfrazada.

A los profanos se unían los bullangueros y voceadores, que entonces, ¡Santo Dios!, pululaban tanto como en nuestros felices días, y entre aquéllos y éstos y el torpe vulgo armaban tal algazara, que no cómo las Juntas y los Generales podían resistirla.

Pues aplica ahora el símil a la realidad del caso nuestro, y te digo: mira, Nieves, yo, en tu lugar, a tu edad, en tu posición, con tus racionales esperanzas de una larga y regalona vida, tan regalona como decorosamente quepa en una mujer honrada y de buena y cristiana educación, no comenzaría a gustar los placeres lícitos del mundo por lo más revuelto y lo mayor, sino por lo más tranquilo y más pequeño; no me expondría a corromper mis buenos instintos con los aires viciados y los ejemplos peligrosos de la vida social de las grandes ciudades, sino que me prepararía debidamente con otros aires más puros y otros ejemplos más... vamos, más... ¡Canástoles! pongámoslo en plata y acabemos: quisiera yo, Nieves de mi alma, que, ante todo, nos fuéramos, pero en seguidita, por una temporada tan larga como pudieras resistirla , a Peleches, al solar de tus mayores, donde yo nací y deseo morir, cuanto más tarde, por supuesto; a Peleches, digo, donde no has estado nunca, porque la fuerza de las cosas lo ha querido así, no porque a se me haya pasado por alto la necesidad, como te consta por lo que me has oído lamentarlo a cada instante. ¡Oh, y cómo había de lucirnos en el cuerpo y en el alma esta determinación llevada a cabo en ocasión y en época tan oportunas!

Incapaz de resistirla, sintiendo que todo se eclipsaba ante la inmensidad del interés despertado en por los asuntos de dos o tres personas que no habían de decidir la suerte del mundo, tomé la carta, la abrí sin reparar en lo vituperable de esta acción, y al punto la devoré con los ojos, leyendo lo siguiente: «Señora Condesa: Vuestra carta me anuncia que nada puedo esperar de vos por los honrados medios que os he propuesto.

El parto de Valeria había sido rápido y feliz; el de Susana trabajoso y de fatales consecuencias. La fiebre puerperal que se apodero de ella fue intensísima, y halló su organismo tan conmovido y debilitado por los recientes infortunios y penas, que no tuvo fuerzas para resistirla.