United States or Armenia ? Vote for the TOP Country of the Week !


La pleuritis solo reclama árnica en su principio, ó por su orígen reumático, pleurodínico; la peritonitis puerperal exigirá árnica por la accion de las maniobras del parto ó por la irritacion de la fibra.

Belarmino se aproximó al señor Colignon y le habló recatadamente al oído: ¿Recuerda usted que un día le dije: «ya daré, ya daré en el blancoPues ya he dado, ya he dado. La beligerancia es la madrona de la Grecia. El faraón crónico es lo más puerperal. He hallado la solera recreada. Traducido al romance: la adversidad es la madre de la sapiencia. Una crisis profunda es siempre fecunda.

=D.= Fiebre puerperal. La fiebre puerperal, especialmente si la causa determinante es una contrariedad ó la cólera, requiere brionia, con la condicion de que la agudeza no haya aun desarrollado fenómenos nerviosos consecutivos, y que el peritoneo esté particularmente afectado.

El parto de Valeria había sido rápido y feliz; el de Susana trabajoso y de fatales consecuencias. La fiebre puerperal que se apodero de ella fue intensísima, y halló su organismo tan conmovido y debilitado por los recientes infortunios y penas, que no tuvo fuerzas para resistirla.

Bueno, adelante dijo el médico levantando los hombros . ¿Y qué es lo que tiene? Maltrana explicó las crisis de Feli, haciendo un esfuerzo para recordarlas en todos sus detalles. No digas más interrumpió el doctor . Los síntomas son claros. Pensaba bajar contigo a las Cambroneras para verla, pero ya no es necesario: eso es lo que llamamos nosotros eclampsia puerperal.

El papel activo del acónito le escluye del tratamiento de las congestiones pasivas y de todas las flegmasías y fiebres de carácter adinámico ó de postracion, como sucede en las neumonías de los viejos y en la fiebre tifoídea en su segundo período; así como tambien su especialidad de accion no corresponde al tratamiento de la metritis puerperal, de la flebitis y otras afecciones de este género.

Me así del borde de la mesa para no caer. ¡Vamos! ¡valor, valor! murmuró él poniéndome la mano en el hombro. La fiebre, ese terrible huésped, está allí y no es tan fácil despedirla. Yo apreté los dientes: no quería que me viera temblar. Ya había oído hablar con frecuencia del peligro de la fiebre puerperal, aunque no pudiera formarme una idea de sus terrores. ¿Roberto lo sabe?