United States or El Salvador ? Vote for the TOP Country of the Week !


No: más vale que devore en silencio mis penas y les hable de otros asuntos, que así alcanzaré la doble ventaja de proporcionarles útil entretenimiento, y de calmar mis pesares, adormeciéndoles con el beleño de patriótico entusiasmo. En Córdoba reinaba gran impaciencia por la tardanza del ejército de Castaños.

Entonces leí buena parte de «El Fistol del Diablo»; devoré las novelitas de Florencio del Castillo, y en dos días me eché al colecto los dos tomos de «La Guerra de Treinta Años», de Fernando Orozco, el más intencionado de nuestros novelistas. ¡Qué impresión tan penosa me causó ese libro! Me llenó de tristeza, y lastimó cruelmente mi corazón.

Hambre, y de órdago, era lo que yo padecía, pues devoré la carne y las patatas hasta no dejar migaja, y sobre esto pedí queso y otro bollo de pan. Nunca imaginara que un hombre, en el estado de espíritu en que yo me hallaba, pudiera sentir con tal apremio esa necesidad. Pero lo he visto comprobado prácticamente, y contra los hechos no hay argumento. ¡Compare, qué carpanta se trae usted!

Allí, en un asiento musgoso y desportillado, me entregaba yo a la lectura de mis autores favoritos; allí leí la «Atala» y el «Renato»; el «Rafael» y la «Graciela»; allí devoré el «Conde de Monte Cristo», y repasé, por mi mal, algunas novelas de Jorge Sand, que acongojaron mi corazón y dejaron en mi alma sedimentos de acíbar. Allí gusté de la poesía de Zorrilla. ¡Zorrilla!

He dicho que no quiero la vida, no la quiero: quédense ustedes con ella, y divertirse; prefiero ser comido de gusanos y no que la miseria me devore... Yo creo que la fría impresión del revólver sobre la sien, me dura todavía, y es por eso que el valor me abandona; siento el peso del arma en el bolsillo, y la sangre se me hiela, ¡soy un cobarde! pues no, no lo soy y he de probarlo... En lugar de apuntarme a la cabeza, me apuntaré al corazón: así, la muerte vendrá más pronto; ya te enseñaré a no brincar como ahora, saltarín de los demonios.

Entonces leí muchos versos de Justo Sierra, las crónicas teatrales de Peredo, y las revistas que Altamirano escribía en «El Siglo XIX» y en «La Revista de México». No olvido ni olvidaré jamás el interés con que devoré algunos trabajos literarios publicados en aquellos días.

10 Y tomé el librito de la mano del ángel, y lo devoré; y era dulce en mi boca como la miel; y cuando lo hube devorado, fue amargo mi vientre. 1 Y me fue dada una caña semejante a una vara, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.

Sin embargo, fue tan grande mi deseo de que mi hija supiese quién era su padre y de que él declarase que lo era, que yo vencí mi repugnancia, humillé mi soberbia y acudí a Juan Maury con mi pretensión. Le escribí varias cartas a las que no se dignó contestar, y yo sufrí y devoré su desprecio.

No hubiera podido decirlo, y me adormecí con la idea de que era inútil tratar de analizarlo. Durante el mes que siguió, devoré la mayor parte de las obras de Walter Scott.

"El internet mata las librerías especializadas. Esperando a que me devore, yo uso el internet como medio para atraer a los clientes hasta mi casa, ¡y también con la intención de encontrar libros para aquéllos que aún no tienen internet en casa!