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En la foca, nadador famoso, y en el elefante marino, tan pesado, el brazo es una nadadera, estando apretado y ligado al cuerpo, y no puede desprenderse. Mas el lamantín hembra, tímida mujer anfibia, mama di l'eau, como dicen los negritos de las colonias francesas, produce el milagro: todo se desliga, por un esfuerzo constante.

Agarrose, como nadador inexperto, a los hombros de tan prácticos buzos, y acá me sumerjo, y acullá me pongo a flote, fue sorteando los furiosos vendavales que azotaron a España, y continuando la tradición venerable de los Mirandas.

El muchacho pensaba con inquietud en la posibilidad de tener que guiar la barca él solo hasta la costa. De pronto, el cuerpo de blanco cristal se coloreaba de verde, creciendo y creciendo. Luego pasaba á ser moreno cobrizo, y aparecía sobre la superficie la cabeza del nadador dando bufidos, levantando los brazos, que ofrecían al pequeño toda su cosecha submarina.

Aquélla es opaca y ruda: sacude con fuerza. El que se aventura en ella, siéntese levantado impetuosamente. Cierto que presta auxilio al nadador, empero se señorea de él: encuéntrase éste cual débil niño mecido por poderosa mano que fácilmente puede reducirlo á la nada. Una vez desamarrada la barquilla, ¿quién sabe dónde puede llevarla una ráfaga de viento, la irresistible corriente?

Ron es nervioso; tiene dos palpos, como minúsculos abanicos de plumas blancas, que él mueve a intervalos con el movimiento rítmico de un nadador. Ron es voluble; corre por pequeños avances de dos o tres segundos; se detiene un momento; yergue la cabeza; da media vuelta; se pasa los palpos por la cara; torna a correr un poco... Azorín cree que a Ron le ha parecido bien la nueva casa.

La vida sólo es fácil para quienes la espigan sin penetrarla. Para ésos París es el lugar del mundo en donde más cómodamente se puede tener la creencia de que se existe. Basta dejarse arrastrar por la corriente como un nadador en una masa de agua pesada y rápida; se flota en ella, y no se ahoga uno.

Un domingo, cuando Morales, sentado en la orilla, terminaba de fumar un cigarro paraguayo, que hacía caer por las comisuras de sus labios dos chorros de zumo negro, Jaramillo se echó al río. Morales, por estar en alto, pudo ver algo obscuro y enorme que se deslizaba entre dos aguas con la velocidad de un torpedo, viniendo en ángulo recto al encuentro del nadador.

Acudieron su mujer y sus vecinos con luces, y halláronle haciendo efectos de nadador, soplando y arrastrando la barriga por el suelo; y meneando brazos y piernas con mucha priesa, y diciendo a grandes voces: "¡Socorro, señores, que me ahogo", tal le tenía el miedo, que verdaderamente pensó que se ahogaba.

Había penetrado lo mismo que un reptil marino en ciertas cuevas de la costa, lagos adormecidos y glaciales iluminados por misteriosas aberturas, donde la atmósfera es negra y el agua diáfana, donde el nadador tiene el busto de ébano y las piernas de cristal. En el curso de estas nataciones comía todos los seres vivientes que encontraba pegados á las rocas ó moviendo antenas y brazos.

En aquel momento apareció por tercera vez sobre las aguas el rostro contraído del escudero; su mirada se cruzó con la de Roger y éste, incapaz de resistir aquella muda apelación, apartó violentamente á un escudero que delante tenía y se lanzó al Garona. Nadador experto, pocas brazadas bastaron para llevarle junto á su adversario, á quien asió por los cabellos.