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Otra, la 14, parte II, A un gentil hombre veneciano, expresa: «Suplico á V. Sria. se esfuerce a estar bueno para mañana, que le iré a tomar en el coche, y pues V. Sria. me ha hecho alcahuete de su negocio, sufra que lo sea del gusto de nuestro amigo, que debe querer regalarnos en su casa, adonde entiendo que concurren algunas damas á lo mismo; a lo menos nos llevaremos la recreacion de la vista y sacaremos la boca dulce de las salutaciones desta tierra, que si en Italia y en España saludan con, beso las manos, de palabra, acá con beso la boca, de obra; y V. Sria. sentirá qui vir sies, y yo quizá me menearé en el sepulcro deste ruin pellejo, donde vivo sepultado, y por ruin que es, y la fortuna mia, no queria salir dél tan presto.

La confesión es una cosa admirable en misma, en tierra, por ejemplo, en una iglesia de aldea donde las vidrieras dejan penetrar un alegre rayo de sol, cuando vais a partir para una larga campaña, y vuestra abuela está allí arrodillada, llorosa, haciendo arder un cirio bendito que ha dedicado a Nuestra Señora: ¡oh! , entonces, la confesión al oído de un juicioso y virtuoso sacerdote de cabellos blancos, que, al salir del confesionario y apoyando su brazo trémulo sobre el vuestro, os dice: «Hijo mío, vamos a ver a mis ovejas que bailan bajo los sauces allá abajo, al borde del arroyo, y de pasada llevaremos una botella de buen vino al pobre viejo Juan Luis, el protestante

¡Ah no! pero no me apartarás a de ti. Yo te quito la bandera de las manos. te quedas conmigo. ¡Yo soy lo más alto! No, Lucía: los dos juntos llevaremos la bandera. Yo te tomo para todo el viaje. Mira que, como soy bueno, no voy a ser feliz. ¡No te me canses! y le besó la mano. Lucía le acariciaba con los ojos la cabeza.

7 Y Saúl respondió a su criado: Vamos pues; ¿mas qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué presentar al varón de Dios. ¿Qué tenemos? 10 Dijo entonces Saúl a su criado: Bien dices; ea pues, vamos.

Gabriel dijo Amaranta con el rostro inundado de lágrimas ¿cuándo sale la expedición? Yo pediré permiso para marchar en ella y nos llevaremos a Inés. ¡Huir! exclamó la muchacha con terror . Yo apareceré a los ojos de todos como una criatura sin pudor que deshonra y envilece a su familia... Volveré a casa de doña María.

Está tan obscuro, que no se ve a un hombre a quince pasos de distancia. Batámonos en retirada, Capitán aconsejó Van-Horn . Si se enteran de que no somos más que cuatro, se nos echarán encima. No hay tiempo que perder, porque dentro de media hora empezará a clarear. Y ¿qué hacemos con la paila? La llevaremos entre nosotros dos.

María Teresa con voz seria y cariñosa continuó: Deje un momento sus números. ¿Quiere que yo participe de su cena, diga?... Llevaremos la mesa al gabinete de vestir; dejaremos la puerta abierta para velar a papá, sin que nos oiga. Vamos, vamos, abandone sus papeles durante cinco minutos, y venga a hacer la cenita... Juan no pudo resistir más.

Era, en efecto, un buey destinado a la comida de la tripulación de la tartana, y que se habían probablemente visto obligados a dejar al abandonar la embarcación. ¡Un buey! ¡un innoble buey! decía Santiago . Un plan de ataque combinado con tanta sangre fría y ejecutado con tanta audacia para... ¡para apoderarnos de un buey al abordaje! Nos lo llevaremos, ¿verdad, teniente?

Verdaderamente el Ágora de Peñascosa recuerda, más que la asamblea griega que le ha dado nombre, la tertulia de la reina de Navarra, aquella gozosa y poética reunión de hermosas damas y caballeros, donde rebosaba el ingenio y de la cual tanta gallarda invención ha salido. No llevaremos, sin embargo, nuestro afán de similitudes hasta comparar a D. Gaspar con Margarita de Valois.

A Rita le resbalaban por las arrugas de las mejillas unos lagrimones como puños, y, con hipo de sollozos, le decía a la niña: Salvador vendrá en seguida; te llevaremos a Luzmela...; no llores, santa mía, no llores, paloma....