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Todas estas pláticas estaba escuchando, muy atento, don Quijote, y, sentándose en el lecho como pudo, tomando de la mano a la ventera, le dijo: -Creedme, fermosa señora, que os podéis llamar venturosa por haber alojado en este vuestro castillo a mi persona, que es tal, que si yo no la alabo, es por lo que suele decirse que la alabanza propria envilece; pero mi escudero os dirá quién soy.

Es algo que nos envilece y achica, y si fuese posible suprimirlo, la humanidad viviría mejor. ¡Los crímenes que comete ese capital, tan adorado por usted, para agrandarse y triunfar en sus empeños! Ahora fue Maltrana el que rompió a reír.

Prefería verlo en relaciones con una mujer de mundo, que perdido entre los placeres fáciles en los cuales se arruina el cuerpo y se envilece el alma. »La delicadeza de la señora Chermidy era de carácter tan quisquilloso, que don Diego no pudo ofrecerle ni la menor bagatela. Lo primero que aceptó de él, después de un año de intimidad, fue una inscripción de cuarenta mil francos de renta.

¡Ay, el amor, Luis! exclamaba. ¡Cuán pequeños nos hace! ¡Cómo nos envilece cuando llega tarde, á una edad en que queremos, sin la certeza de que nos quieran!... Ahora me avergüenzo, pensando en las cosas á que he tenido que descender. ¡Y si no fuese más que esto!... Al llegar el verano, Judith había ido, como de costumbre, á una casita que el millonario le había comprado en Biarritz.

La pobreza rebaja de ordinario los caracteres, abate el espíritu, envilece el alma, la nivela con lo más abyecto, y sólo espíritus muy levantados, espíritus de sublime temple, salen ilesos de la prueba.

Gabriel dijo Amaranta con el rostro inundado de lágrimas ¿cuándo sale la expedición? Yo pediré permiso para marchar en ella y nos llevaremos a Inés. ¡Huir! exclamó la muchacha con terror . Yo apareceré a los ojos de todos como una criatura sin pudor que deshonra y envilece a su familia... Volveré a casa de doña María.

Las partidas van en aumento. Dicen que el Rey se marcha al ejército del Norte. Si esto no se sostiene, vamos derechos a Don Carlos. Pues crea Vd. que el fanatismo religioso nos envilece ante la Europa culta. Yo a quienes tengo miedo es a los republicanos. Vamos derechos a un noventa y tres espantoso. Todas las malas pasiones se han abierto camino.

Pasa estúpidamente desde la prodigalidad a la avaricia, y desde la esplendidez a la miseria: su amor ciega, su desdén mata, a unos envilece, a otros trastorna; es la eterna Dulcinea engañosa para nuestra locura, y encantada para nuestra razón: niega lo que se le implora, da lo que no se le pide, todo lo tiene, y todo lo derrocha.

Pero ¿qué no envilece el miedo? ¿y qué no pone en confusión? ¿y qué no mete en peligro la ambición, la satisfacción, la poca práctica, como la del Duque, de lamentable memoria para España

No trataré yo de discutir ese punto; pero lo cierto es que por algo se dice de la aldea que empobrece, embrutece y envilece. Ya; pero como el autor de esa barbaridad, y usted perdone la franqueza, no se cansó en ponerla en tela de juicio.... No le diré á usted que sea absolutamente cierto; pero algo tendrá el agua.... Esta cuestión es de gustos, señora, y en vano nos cansaremos ventilándola.