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Los cocodrilos tienen las mismas carreras de dientes que los caimanes. Don Lorenzo sostuvo con brío su aserto. Le ayudó en la defensa don Rudesindo. Maza le atacó con no menos fuego, apoyado por Delaunay. Pronto entraron en liza otros cuantos socios generalizándose el combate, que fué haciéndose cada vez más vivo. Las voces eran horrendas.

El mar ruge, se recoge, se encrespa, se lanza colérico sobre la playa en estupendas moles, se estrella y despedaza, chispea y se desata en mil torbellinos resplandecientes, apagando casi instantáneamente el chasquido y hervor de cada ola, al retirarse frotando el cascajo de la amplia liza en que sostiene su combate, con el estruendo de las grandes ondas que parecen bombardearse en las lejanas sinuosidades del inmenso abismo....

Precedidos por el alguacil, subieron algunos de ellos á los balcones de la plaza, ocupados en su mayor parte por mujeres. Otros tomaron sitio en primera línea, junto á la cuerda que marcaba un gran rectángulo limpio de gente en medio de la plaza, como liza donde se verificaban los juegos. Allí se hacían las apuestas de última hora entre los empujones de la gente.

Hasta la víspera del día fijado para el torneo no se fijaron en la liza, pendientes de sendas lanzas, los escudos de los campeones, para que los heraldos y el público supiesen sus nombres y también para que se presentase ante los jueces de campo toda fundada querella ó protesta contra la participación de cualquiera de ellos en el torneo.

Aquí tenemos al paladín alemán y por su aspecto parece muy temible enemigo. Advertid al rey de armas que les permita encontrarse por tres veces en la liza, ya que tanto depende ahora del resultado de este combate. Sonaron de nuevo los clarines, hizo el rey de armas la señal que repitieron los farautes y se adelantó el último campeón de los gascones entre los vítores desaforados de la multitud.

Aunque el desconocido parecía dispuesto á continuar la lucha, el rey de armas lanzó su dorado bastón á la liza y los combatientes bajaron las espadas. El príncipe dispuso inmediatamente que invitasen al campeón francés á permanecer algún tiempo en su corte, y si esto no fuera posible, á sentarse á su mesa aquella noche y descansar algunas horas en Burdeos.

¿Quién desarmó la fuerza De los cincuenta brazos, Que un pino gigantesco Podrían sacudir? Dos hombres que se acercan Al medio de la liza, Y muestran ser campeones Que quieren combatir. El uno es Diego Zamora Apellidado el «valiente», Cuya daga vencedora A sus contrarios devora Y es el terror de la gente.

Ella la flor de las virtudes planta Del niño en el fecundo corazon, Y cuando á la patria que agoniza Desprende de su seno á el ancha liza De patriotas audaz generacion. Así en Mayo nacieron los campeones Que rompieron los duros eslabones Que nos forjó la torpe iniquidad, Y con la leche encima de los labios, Fuertes guerreros, gobernantes sabios Contempló con asombro aquella edad.

El liza en su figura, tamaño y gusto, parece á nuestra marcarela pero no tiene tan buen color, ni es tan delgado hácia la cola. Este pescado no pasa del Rio de la Plata, en cuya boca, y en tiempo de avenidas, se encuentran millares. Solo algunas veces suelen entrar con los novilunios y plenilunios en el rio Saladillo; donde una noche en dos ó tres redadas, saqué bastante porcion para mi y mis compañeros para toda una cuaresma. El sábado y boga son semejantes

Más que aplausos, en cambio, fueron aclamaciones ensordecedoras las que saludaron al heraldo que en el opuesto extremo de la liza enumeró los nombres popularísimos de los justadores gascones. Comienzo á creer que teníais mucha razón, Chandos, al aconsejarme que no tomase hoy partido ni enristrase lanza, dijo el príncipe en voz baja al notar el estado de los ánimos.