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Actualizado: 5 de junio de 2025


Simula cordaje de una cítara que ondula, es blanda arcilla y música ese idioma , claro choque de perlas y corales, remedo de los coros celestiales que de Dios mismo su raigambre toma. Si lloro, se unifica con mi llanto, impregna hasta el kundiman cuando canto, y es en la liza imprecación y alerta.

No soy joven, repuso el barón, y las guerras han añadido algunos años á los que ya tengo, pero hasta ahora no me había otorgado el cielo la merced y la honra de cruzar mi espada con otra de tan limpia y merecida fama como la que me opusisteis vos en la liza de Burdeos. ¡Feliz yo mil veces! Imposible me parece todavía haber tenido tan alta honra. ¡Voto á!

Cuando en liza ó al pié de la muralla Derrotados se miren los valientes, Cuando vea que el plomo y la metralla Ha postrado patriotas eminentes, Arda su pecho en fuego sacrosanto Y entone de la guerra el noble canto.

¿Acaso tenía ella la culpa de que Villamelón fuese un Juan Lanas?... ¿Iba a dejar ella que un periodistilla cualquiera se riese de su aislamiento?... ¿Sería capaz de abandonarla en aquel trance, él, su único amigo, el hombre en que había puesto su amistad y su confianza?... Y, por otra parte, la suerte de ambos estaba ligada y érales necesario, desde luego, hablar gordo a aquella gentuza: a ella, para que entendiesen de una vez para siempre que sabía hacerse respetar; a él, porque era muy joven, comenzaba su carrera en el mundo, y ningún paso más acertado, ningún exordio más oportuno que poner el pie en esta senda erizada de peligros, descalabrando a un periodista; que no en balde se ha dicho: En aquesta salvaje y fiera liza, Lleva más razón quien más atiza.

Ahmed-Bey y el fiel intérprete seguían a su amigo y le daban los más sabios consejos: atacar con prudencia, descubrirse lo menos posible, comenzar la partida con un salto, en fin, cuantas recomendaciones pueden hacerse a un novicio que se presenta por primera vez en la liza, sin haber aprendido a tirar.

La gran mayoría de los arqueros y hombres de armas ingleses se agrupaban en aquel extremo de la liza, ganosos de contemplar y vitorear á sus famosos campeones, que sentados á la puerta de sus tiendas, armados completamente y con el yelmo sobre las rodillas, departían tranquilamente sobre el gran suceso del día en que tan importante parte les tocaba desempeñar.

Contestó el príncipe afirmativamente, sonaron los clarines y los mantenedores fueron entrando en liza uno tras otro y arremetiendo á sus contrarios, con varia fortuna para ambos bandos.

Vamos, que daría yo mi cobertor de pluma por verte suelto en la liza. ¡Bonita manera de justar la tuya! exclamó Simón. Pues á me parece la mejor, dijo muy serio Tristán. Ó si no, agarraría yo al otro por la cintura, lo arrancaría de la silla quieras que no y me lo llevaría á mi tienda para no soltarlo hasta que me pagase un buen rescate.

Este rio abunda de pescados de todo género, con escamas y sin ellas: algunos conocidos y otros no conocidos en Europa. Los que tienen escama son, el dorado, el packú, el corvino, el salmon, el pejerey, el liza, el boga, el sábalo, el dentudo y otros de menor clase. Los que no la tienen, son el mongruyo, el zurubi, el erizo de agua, tortugas y bagres.

Nada mas eléctrico para la inmensa turba aglomerada en el anfiteatro circular y los balcones de la plaza, que la voz aguda y bélica de los clarines que ordenan y anuncian la salida de un toro á la sangrienta liza. Una conmocion simultánea agita á todos los espectadores y un rumor que revela ansiedad y curiosidad al mismo tiempo, circula en el ámbito de aquel grandioso matadero.

Palabra del Dia

rigoleto

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