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Buscaba entonces, hacia una y otra parte, los signos graves de la religión: los humilladeros, los paredones conventuales y la misma cruz vencedora, en lo alto de los campanarios, donde brillaba todavía el esmaltado azulejo incrustado por los infieles.

Quizás la víctima merecía serlo; pero la vencedora no tenía nada que ver con que lo mereciera o no, y en el altar de su alma le ponía a la tal víctima una lucecita de compasión. Santa Cruz, en su perspicacia, lo comprendió, y trataba de librar a su esposa de la molestia de complacer a quien sin duda no lo merecía.

De la furia el ardor, del sol la calma Tenia en duda de una, y otra parte La vencedora y pretendida palma. Del cuervo en esto el lobrego estandarte Cede al del cisne, porque vino al suelo Pasado el corazon de parte á parte. Su alferez, que era un ANDALUZ mozuelo Trobador repentista, que subia Con la soberbia mas allá del cielo,

16 Multiplicó los caídos, y cada uno también cayó sobre su compañero; y dijeron: Levántate y volvámonos a nuestro pueblo, y a la tierra de nuestro nacimiento, de delante de la espada vencedora. 18 Vivo yo, dice el Rey, cuyo nombre es el SE

Tenía la cabeza sobre una almohada de brocado, coronada con una guirnalda de diversas y odoríferas flores tejida, las manos cruzadas sobre el pecho, y, entre ellas, un ramo de amarilla y vencedora palma.

Después de un momento, con voz ligeramente sorda, Laura repuso: Si resultas vencedora no es por tu «sistema», como dices, sino porque eres más joven y más bonita que yo... ¡Más joven y más bonita que ! interrumpió fogosamente Coca. ¡Si eres la más buena, la más inteligente y la más linda de todas las mujeres del mundo!

Detrás de la viuda acudieron algunos hombres, y á fuerza de sacudidas y porrazos, lograron separar á aquellas dos furias, que parecían haberse adherido entre . ¡Dolervos de mis lágrimas! gritaba la dolorida pescadora. ¡Vaya usté mucho con Dios, zalamerona, cubijera! la contestó, con un empellón, la vencedora.

Yo no había medido toda la violencia de una pasión que, á pesar del grito airado y fiero de la conciencia, que á despecho del sangriento azote con que el espíritu la castiga, rompe todo freno y sale vencedora.

De un lado el lujo de la naturaleza, indomable y grandiosa, perfumada y llena de misterio; del otro el lujo de la civilizacion, de la ciencia, y la ostentacion de la fuerza vencedora del hombre.

En resolución, la armada volvió a Constantinopla, triunfante y vencedora: y de allí a pocos meses murió mi amo el Uchalí, al cual llamaban Uchalí Fartax, que quiere decir, en lengua turquesca, el renegado tiñoso, porque lo era; y es costumbre entre los turcos ponerse nombres de alguna falta que tengan, o de alguna virtud que en ellos haya.