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Si lo vuelven á repetir, los corro á rebencazos... ¡Insultar así á un grande hombre! Esta descendencia rubia la toleraba, pero sin permitirle ninguna intimidad. Desnoyers y su esposa tomaban la defensa de sus sobrinos, tachándole de injusto. Y para desahogar los comentarios de su antipatía buscaba á Celedonio, el mejor de los oyentes, pues contestaba á todo: «, patrón.» «Así será, patrón

Sus primeras palabras fueron poco gratas para el coronel y Lewis. ¿Qué era aquello de un «civil» permitiéndose insultar á un soldado que estaba convaleciente de sus heridas? ¿Y qué monserga la de proponer un duelo en plena guerra?

Como luego se asomara al salón grande, vio a Miguel Castilla tomar la cintura de Adriana para bailar con ella; le pareció una profanación, acaso porque nunca le había visto sino bailar en el cabaret. Sintió impulsos de separarles y de insultar a Castilla.

El Faro, en el número del jueves, después de insultar con rabia a los jefes del Camarote, «se metía» también con él llamándole maliciosa y torpemente Pericles. Colocados así, uno enfrente del otro, en feroz y perpetua rivalidad, El Faro y El Joven Sarriense emplearon útilmente sus columnas en injuriarse con más o menos descaro, según arreciaba o aflojaba la lucha.

Lo que pasó por el alma de Isagani era indescriptible: ira, celos, humillacion, resentimiento rugieron en su interior; hubo un momento en que deseó que el teatro se desplomase; tuvo ganas violentas de reir á carcajadas, de insultar á su amada, provocar á su rival, armar un escándalo, pero se contentó con sentarse lentamente y no dirigirla jamás la mirada.

Los pequeños lo calculan muy bien todo cuando se atreven á insultar la misma grandeza á cuyos pies solían arrastrarse miserablemente..... El Emperador se hizo, pues, el desentendido, y devoró en silencio, como una penitencia, aquellas mortificaciones de su orgullo. Conque decía que nosotros anduvimos á campo travieso la última media legua que nos separaba de Yuste.

El ex-alcalde entendía así la libertad; o se perseguía o no se perseguía al clero. Esta persecución y la libertad de comercio era lo esencial. La libertad de comercio para él se reducía a la libertad del interés. Todavía era más usurero que clerófobo. Aunque maldiciente, no solía atreverse a insultar a los curas de tan desfachatada manera, y aquel discurso produjo asombro.

Los otros remedios produjeron el mismo efecto y, siempre tras un corto alivio, el dolor volvía a empezar con redoblada fuerza. Durante los escasos momentos de tregua, Ben-Tovit procuraba olvidarlo completamente, poniendo el pensamiento en su nuevo asno; pero cuando se hacía sentir otra vez, empezaba a gemir, a insultar a su mujer y a decir que se iba a romper la cabeza contra la pared.

Pero el último episodio de su vida resultaba extremadamente violento. En una gran capital hubiera tenido menos resonancia, ¡mas aquí, en un pueblo de vida monótona, donde rara vez ocurría algo extraordinario, y en presencia de una muchedumbre aventurera predispuesta á insultar á las personas de clase superior!...

De modo que no sabe usted una palabra.... Pues por eso pregunto.... Pero oiga usted, señor mío, por mucho que usted sepa y diga lo que quiera el señor Todd; ni la ciencia, ni santa ciencia, tienen derecho para calumniar a don Santos Barinaga; harto tiene el pobre con morirse de hambre y de disgustos, sin que usted por haber leído, sabe Dios dónde y con cuánta prisa, un articulillo acerca del aguardiente, digámoslo así, se crea autorizado para insultar a mi buen amigo y llamarle borrachón en términos técnicos.