United States or Slovakia ? Vote for the TOP Country of the Week !


31 así también éstos ahora no han creído, para que, por la misericordia para con vosotros, ellos también alcancen misericordia. 32 Porque Dios encerró a todos en incredulidad, para tener misericordia de todos. 33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

Sin embargo, el mismo público que gime y se lamenta durante el invierno, es el que baila en el verano. ¡Inescrutables misterios de la humanidad, que yo respeto y admiro! Por eso los tales bailes son la única curiosidad que podemos ofrecer ya en Santander á los forasteros que nos visitan durante el estío; el único aliciente, el mejor cebo.

Esta conversión de Zamucos es aquella obra que emprendo ahora escribir, en que por haber sido la última de este obrero evangélico; así como el sol en su horizonte, cuanto más precipitado corre al ocaso, tanto se muestra más luminoso y bello, así este sol apostólico echó el resto de su incomparable caridad cuando más cercano á su muerte; y aunque consumido, no menos de los años que de los trabajos, tuvo tantas fuerzas y aliento, que pudo llegar á plantar triunfante la bandera de Cristo en país inaccesible, no tanto por la barbaridad de sus moradores, cuanto por su sitio natural; bien que después, por los inescrutables juicios de Dios, cometida á otros aquella grande obra, se frustraron por algún tiempo tantas fatigas, y las esperanzas concebidas de penetrar por aquí á las vastísimas provincias del Chaco.

Los estudios relacionados con las ciencias llegaron a mirarse con tal indiferencia que, así como Felipe III había encomendado a su confesor la presidencia de una junta solicitada por el general Conde de Villalonga para la reforma de la artillería, Felipe IV confió a una reunión de teólogos el proyecto de canalización del Manzanares y el Tajo, los cuales piadosos varones rechazaron la idea diciendo que, «si Dios hubiera querido que ambos ríos fueran navegables, con un solo fiat lo hubiese realizado, y que sería atentatorio a los derechos de la Providencia mejorar lo que ella, por motivos inescrutables, había querido que quedase imperfecto».

Es el único recuerdo que conservo de mi madre, contesté yo, como era la verdad. ¿Y cómo se llamaba tu madre? Pascuala, le dije. ¡Oh inescrutables designios del cielo!, exclamó el Barón, arrancando de su pecho un hondo suspiro que se diría que le desahogaba. ¿Qué pasa? pregunté yo imaginando que el Barón iba a desmayarse.

-No más -dijo a esta sazón uno de los dos que parecían reyes-: no más, cantor divino; que sería proceder en infinito representarnos ahora la muerte y las gracias de la sin par Altisidora, no muerta, como el mundo ignorante piensa, sino viva en las lenguas de la Fama, y en la pena que para volverla a la perdida luz ha de pasar Sancho Panza, que está presente; y así, ¡oh , Radamanto, que conmigo juzgas en las cavernas lóbregas de Lite!, pues sabes todo aquello que en los inescrutables hados está determinado acerca de volver en esta doncella, dilo y decláralo luego, porque no se nos dilate el bien que con su nueva vuelta esperamos.

El jefe político no quiso conformarse con los inescrutables fallos de Dios, y montando en cólera hizo llamar inmediatamente al teniente de la guardia civil y le envió a vengar con ocho números a los infortunados

Vereis á un ser nacido para cosas grandes y privado de alcanzar la verdadera grandeza, un corazon capaz de un amor casto y puro, esclavizado á un amor indigno, un entendimiento susceptible del mas alto vuelo sojuzgado por el error y la impostura; y seguramente al dar el tributo de vuestras generosas lágrimas á los egregios mártires que bajo su imperio fueron inmolados, no negareis un suspiro de compasion á ese príncipe que por los inescrutables designios de Dios alcanzó dotes de ángel y al desplegar sus alas las halló sujetas con una cadena.

A esto se les añadía el cuidado de tomar lengua de los Chiquitos, del camino y de á dónde caían aquellas Misiones; y los infieles, de industria, les daban mil nuevas felices que venían á parar, por último, en burlas y befas; y Dios, cuyos juicios son inescrutables, no permitió el que se les ofreciese reconocer la playa hacia el Norte, donde el P. Juan Patricio Fernández había dejado algunas señales, por las cuales se pudiesen encaminar á la Reducción de San Rafael.

La prendera le miró enternecida. ¡Oh, qué dichosa sería su mamá si fuera todavía de este mundo! Desde el cielo le estará bendiciendo. ¡Así sea! exclamó el joven levantando sus ojos límpidos al techo. Mi mamá era una santa, y podría suponerse que está en el cielo; pero como nadie conoce los inescrutables designios de Dios, yo hago por su alma cuanto puedo.