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Poco mas abajo entra por tres bocas, por la márgen occidental, el famoso rio Pilcomayo, que trae sus aguas de las cerranias del Potosí, y corre por medio del Chaco. En los 25 gr. 32 min. hace el Paraguay una estrechura, que tendrá solo un tiro de fusil de una ribera á otra, y está en este parage el fuerte que llaman de la Angostura.

El segundo, abrir por aquí camino más breve para las Misiones de los Chiquitos, cosa que siempre sumamente se ha deseado, por evitar la suma distancia que hay por el camino de Tarija, porque se presumía que los Zamucos se acercaban mucho al Chaco y al Pilcomayo, y por allí también entró en esta ocasión un Jesuita para venirse á encontrar con los demás.

Lo único que de esto dedusco es, que hay Portugueses en una ú otra banda del rio Paraguay, ó en las dos: si están en las orillas del rio Mbotetey ó del Tacuary, esto es, por la latitud de 19° 30', como es probable, para asegurar su navegacion hasta Cuyabá, no hay que decir; pueden poblar allí, segun sus tratados, como no sea en la orilla del rio Paraguay: si están establecidos en el Chaco y, como se puede sospechar, en la Sierra de San Fernando, que tiene indicios de minas de oro y diamantes, y su establecimiento es posterior al tratado, no pueden permanecer segun este; pero si lo estan anteriormente, querrán defender su posesion, diciendo que cada Corona debe quedar con lo que poseia antes de dicho tratado, y V. E. juzgará la fuerza de esta razon.

Y siempre nos escribe Petronila para que trabajemos aquí, a fin de que trasladen a su marido a España. , ... adonde me parece que le van a trasladar es a Buenos Aires. Pues de la otra, de María Inés, la del ingeniero, no te digo nada. Si envían a su marido al Chaco o a Misiones, Inesita se muere. ¿Cómo se separa de él? ¡Ni pensarlo! ¿Y cómo va ella al desierto? ¡Qué esperanza!

Colonias enteras de hombres recogen las hojas del árbol en la inmensa extensión del Chaco, territorio donde se da el quebracho. Aun cuando crece con mucha lentitud, el mencionado árbol es muy susceptible de cultivo; de modo que si la demanda continúa, quizás sea necesario tomar esta medida.

No creo que las lenguas de las naciones de los Puelches, de los de Chaco, ó Guaraníes tengan esta particular propiedad, ni que pueda acordarme del todas ellas para satisfacer debidamente; pero sin embargo procuraré dar la mejor razon posible de estas transiciones. De mi á ti, ó á Vds.: de V. á mi: de él á mi: de él á V., y de mi á él. La otra cuando es recíproca.

La idea de puesto de estancia, que como he dicho no veo que esté aprobada, la juzgo intempestiva; porque primero se ha de observar el movimiento que pueden hacer los bárbaros y los fronterizos, antes de arriesgar los ganados, que tampoco se podrán llevar vivos á Borbon, como V. S. piensa: pues para eso habrian de caminar muchas leguas por las tierras al norte del rio Corrientes, que se duda sean nuestras, ó por las del Chaco, que por allí son casi todo el año intransitables.

Los Ites ó Itenes son conocidos en la provincia bajo el nombre de Guarayos, denominacion aplicada tan pronto á los Guaraníes, tan pronto á los Chapacuras, y que del mismo modo que la de Guaycurúes, aplicada á todas las naciones del Chaco y á muchos pueblos del Brasil, ha servido vulgarmente entre los Españoles para designar á los indígenas todavía salvages de aquellas comarcas.

Los enterratorios mas modernos presentan un tipo mezclado, con caracteres del tipo peruano llamado de Ancon. Otros cráneos se asemejan á tipos del Sur, de la Provincia de San Juan, Patagonia y del Chaco, y éstos proceden, la mayor parte, de las tumbas mas antíguas.

Don Eugenio pertenecía a la Milicia Nacional, y aunque tomaba sus bélicas ocupaciones con tibio entusiasmo, no por esto dejaba de preocuparse del honor de la «tercera de Ligeros». Cuando era preciso se calaba el chacó, martirizaba el pecho con el asfixiante correaje, y servía a la nación y a la libertad, yendo a pasar la noche en el Principal, donde comía melones en verano, se calentaba al brasero en invierno, en la santa y pacífica compañía de algunos otros comerciantes del Mercado, que, olvidándose de la marcialidad de su uniforme, pasaban las horas de la guardia hablando de las fábricas de Alcoy o del precio del azúcar y de la seda; todo esto sin perjuicio de faltar a la ordenanza, abandonando el puesto con frecuencia para dar un vistazo a sus casas.