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12. ¿Qué influencia tiene el clima en el desarrollo de la tagua? 13. ¿A qué edad fructifica, poco más o menos? 14. ¿Cuánto tiempo vive el árbol? 15. ¿Cuándo se recoge la fruta? 16. ¿Cómo se sabe si está madura o no? 17. ¿Quiénes recogen la fruta? 18. ¿A quiénes se vende? 19. ¿De qué depende el precio? 20. ¿Adónde se exporta el marfil vegetal? 21. ¿Para qué se usa el marfil vegetal?

Pero aquí se renueva también la vida, y llega la estación de los amores, y los gérmenes dormidos se agitan, y nacen las larvas, y, después de sus completas metamorfosis, les brotan alas de gasa de colores diversos, y elictras metálicas y resonantes, y trompas ligeras con que recogen la miel de las flores.

Nosotras somos «golondrinas» dijo Marcela , lo mismo que esos segadores italianos que llegan todos los años en el momento de la cosecha, recogen sus jornales y se vuelven a su país. Es lo mejor. Maltrana sonrió contemplando a esta banda de cocotas golondrinas que anualmente levantaban el vuelo desde París si las noticias de la cosecha eran buenas.

Por lo menos no podemos prudentemente dudar de su existencia: que si fuese cierta, como la presumo, pudiera alterar el sistema del comercio, y desde luego, el valor de la pedreria que venden los Portugueses y que recogen en las sierras vecinas.

Unos trabajan la tierra, otros comen el trigo; unos siembran y otros recogen; , un suponer, plantaste la viña, pues yo vengo con mis manos lavadas y me bebo el vino.... Pero el que lo tiene, lo tiene interrumpía la conservadora Comadreja.

Tiaong, es pueblo rico, cosechándose arroz en gran cantidad, que llevan á los mercados de Batangas; café recogen en bastante número de cabanes, cuya cosecha por lo general se compra por adelantado. La pepita del lumban, que tanto llamó la atención en la última Exposición de París, deja un buen rendimiento. Se cultiva alguna caña de azúcar, cacao y abacá.

Como esos pájaros cambian de plumaje una y aún dos veces al año, los indígenas recogen con gran cuidado esas plumas, y, las arman, con gran habilidad, en los cuerpos de cualquiera otra ave parecida a la del paraíso.

No sólo dejan flotando sobre la espalda su cabellera angelical, sino que se despojan del reloj, de las pulseras y sortijas que entregan a su papá, colgándose antes de su cuello para hacerle mil caricias como niñas sencillas y apasionadas que eran; hecho lo cual y al observar que algunos dignos oficiales del batallón de Pontevedra las contemplan, huyen ruborizadas y confusas, se recogen las enaguas con alfileres hasta dejar descubierto el pie y parte de la pierna, y en la inocencia de su corazón huyen, huyen siempre por el bosque adelante, esquivando como las ninfas de Diana las miradas ardientes de la oficialidad.

Y redoblaba el arpegio de sus carcajadas, pareciéndole donosísimo incidente el de quedarse sin equipaje alguno. Hallábase, pues, como una criatura que se pierde en la calle, y a la cual recogen por caridad hasta averiguar su domicilio. Aventura completa.

Está, en fin, dicha bahía, por sus inmejorables condiciones, llamada á figurar entre los primeros puertos del Archipiélago. Pueblan sus tierras diferentes razas de infieles, que son tagacaolos, mandayas y algunos moros. Todos, aunque no sometidos, son pacíficos, y cambian los productos que recogen en los montes donde viven por efectos diversos para sus trajes y adornos.