United States or Bhutan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Vuestra conversación me interesaría muchísimo más observé, si supiera de quién estáis hablando. Antonieta Maubán dijo Federly. De Maubán gruñó Beltrán. ¡Hola! exclamé. ¡Conque esas tenemos, mocito! ¿Me haces el favor de dejarme en paz? ¿Y adónde va? pregunté, porque la dama gozaba de cierta celebridad y su nombre no me era desconocido.

¡Qué gran Papa! exclamó la abuela llena de admiración. ...Isabel respondió en estos términos: « que el matrimonio es honroso, y el lecho de las esposas castas inmaculado; pero no puedo olvidar lo que dijo el apóstol San Pablo...» ¡Otra vez San Pablo! gruñó la abuela... ¡Qué santo!... «...Que hay que tener una santa emulación por los dones de Dios y desear los más excelentes.

El sol se hallaba próximo a su ocaso, la temperatura era agradable y en el cielo no se veía ni una nube. De pronto interrumpió el silencio de los campos un lamento triste, prolongado, que al parecer salía de la débil garganta de un niño. Juanito y Polonia se miraron; el perro Fortuna gruñó sordamente y se acercó a su amo como dispuesto a defenderle. ¿Has oído, Polonia? preguntó Juanito.

Señores dijo en grave y enronquecida voz Ramón Limioso : Es siquiera una mala vergüenza que esos pillos nos tengan aquí sitiados.... Me dan ganas de salir y pegarles una corrida, que no paren hasta el Ayuntamiento. Hombre gruñó el abad de Boán , usted poco habla, pero bueno. Vamos a meterles miedo, ¡quoniam! Estornudando solamente, espanto yo media docena de esos pellejones.

¡Alguien se ha sentado en mi silla también! Entonces el oso pequeño probó su silla y gritó: ¡Alguien se ha sentado en mi silla y la ha hecho pedazos! 70 Después entraron todos en la alcoba. El oso grande fue el primero que vio su cama y bramó: ¡Alguien ha dormido en mi cama! Entonces el oso mediano vio su cama y gruñó: ¡Alguien ha dormido en mi cama también! 75

Pero vamos á ver, dijo Roger. ¿Cómo es que el soldado no lleva ahora consigo las herramientas de su oficio? Y Tristán ¿qué haces con arco, espada y casco en tiempo de paz? Te diré. Es un juego que el amigo Simón se empeñó en enseñarme. Y el bribón resultó maestro, gruñó el arquero. Me ha desplumado como si hubiese caído en manos de los ballesteros del rey de Francia.

Dejó uno de cada color en el suelo, y tomando el otro azul se lo mostró al perro, ordenándole que recogiese del suelo el compañero. ¡Caso extraño! Este acto tan sencillo como inofensivo despertó profunda indignación en el ánimo de Clavel. Gruñó, ladró, se revolvió como un loco por la habitación.

Sarto, el irrespetuoso veterano, le dio un fuerte puntapié, pero no se movió. Entonces noté que la cara y cabeza del Rey estaban tan mojadas como las mías. Ya hace media hora que procuramos despertarlo dijo Tarlein. Bebió tres veces más que cualquiera de nosotros gruñó Sarto. Me arrodillé y le tomé el pulso, cuya lentitud y debilidad eran alarmantes.

Entonces el oso mediano levantó su plato y gruñó: ¡Alguien ha probado mi sopa también! Por último el oso pequeño levantó su plato y gritó: 60 ¡Alguien ha probado mi sopa y se la ha tomado! Entonces fueron todos al otro lado del cuarto a sentarse en sus sillas. Primero el oso grande probó su silla y bramó: ¡Alguien se ha sentado en mi silla! Entonces el oso mediano probó su silla y gruñó: 65

Roberto se había quedado inmóvil, abrazado a las columnas de la cama; su pecho jadeaba; su rostro parecía petrificado por un dolor sombrío, sin lágrimas. El doctor frotó su ruda barba gris contra el hombro del joven y gruñó con ese tono de consuelo áspero que, mejor que cualquier otro, llega al corazón de los hombres enérgicos: Ven, hijo mío. No hagas locuras; ¡no turbes su reposo!