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Actualizado: 7 de junio de 2025
Gruñó todavía un rato, y después, volviéndose hacia Polidora, que entró a darle unos periódicos, la interpeló en tono de buen humor: Y bien, Polidora, ¿qué dice usted de mi hija? La mujer se regodeó con aire de suficiencia y dijo no sin desdén: Es una joven sencilla y sin malicia, seguramente... Pero no sabe llevar un vestido ni servirse de sus ojos... ¡Alto ahí, Polidora!
¡Bravo! ¡Bravo! gritó a coro su estado mayor. ¡Ya, ya! gruñó por cuarta vez el tabernero, sacando una mano del bolsillo para rascarse el cogote sin quitarse el sombrero. ¡Esto es hablar como un libro, don Jeromo! exclamó Lépero . ¡Que vaya este hombre a las Cortes; que vayan muchos como él, y España se pone camisa limpia! ¡Ya, ya!... Pero... murmuró Cuarterola.
¡Hum! gruñó el gigante en señal de admiración, pero sin apartar los sentidos del roast-beef que tenía delante. ¡Qué horror! exclamó doña Martina, como siempre que se hablaba de este suceso inaudito: ya sabemos que su fuerte era la plancha. ¡Vea V., vea V. cómo come su hijo!..... soltando la carne ya mascada en el plato! Miguel se puso colorado otra vez hasta las orejas.
Es posible que este hombre esté en posesión de algún secreto deshonroso del muerto, cuyo conocimiento, si se hiciera público, podría dar por resultado el descrédito de Mabel y su expulsión de la buena sociedad. Seton gruñó, se recostó en el respaldo de su silla y quedó contemplando el fuego pensativamente. ¡Por Job! exclamó, después de una breve pausa. ¿Si será eso así?
Me ha dejado como legado la bolsita que llevaba siempre consigo, junto con ciertas instrucciones interesantes que me esforzaré en cumplir. Muy bien gruñó. Proceda como le parezca más conveniente; pero prefiero que haya usted quedado dueño del secreto y no yo, eso es todo. Su disgusto y terror aparentemente no conocían límites. Luchó por ocultar sus sentimientos, pero todo esfuerzo fue en vano.
Los muchachos no tienen en qué pensar, y como no han de ir a jugar tresillo con nosotros, se van por esos mundos de Dios, o del Diablo, y... ¡ustedes saben lo que sigue!... Y he dicho y preguntado más que Ripalda, y aquí paz y después ¡gloria! Amén. Gruñó el reloj de pesas, y soltó el repique de sus campanas disonantes. Eran las siete de la noche.
Sin duda os chanceáis, señor barón, repuso admirado el personaje, que no era otro sino el corregidor de Lepe. ¿Cómo he de entregaros parte de esta cadena, insignia del municipio de nuestra ciudad? Acabáramos, gruñó el veterano. Vos buscáis al barón de Morel, nuestro valiente capitán, y allí lo tenéis, que acaba de desembarcar y monta el caballo negro.
Debimos cogerlo y rustrirlo en aceite gruñó la voz oscura de la vieja . ¡Fretirlo como si fuera un pancho... que vea lo que es la necesidá y los trabajitos que uno pasa! Orden y unión, ciudadanas... repetía Amparo con los brazos extendidos. Trascurridos diez minutos volvió el inspector acompañado de un viejecillo enjuto y seco como un pedazo de yesca, que era el mismo contador en persona.
Manuel repitió Dolores. ¿Me dejas en paz, o me vuelvo? contestó Manuel; Dolores calló. Don Federico prosiguió Manuel , casamiento y señorío, ni quieren fuerza ni quieren brío. Hazme el favor de callar, Manuel le interrumpió su madre. También es fuerte cosa gruñó Manuel . No parece sino que estamos asistiendo a un entierro.
Por mi parte lo estoy contesté. Tarlein me tendió la mano. Por si acaso dijo; y nos estrechamos la mano cordialmente. ¡Nada de niñerías! gruñó el coronel. ¡En marcha! Pero en lugar de dirigirse a la puerta se acercó a la pared del fondo. En tiempo del viejo Rey dijo, hacíamos uso frecuente de este camino.
Palabra del Dia
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