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Miranda hubo de beber las aguas hirvientes y enérgicas de la Reja-Grande, sometiéndose a la vez a un complicado sistema de afusiones locales, baños y duchas, mientras la anémica absorbía a pequeñas dosis la picante linfa, gaseosa y ferruginosa del manantial de las Señoras. Estableciose desde entonces una lucha perenne entre Pilar y los que la acompañaban.

Los vinos, cuya venta es una brillante especulacion del capitan, son casi todos detestables, sobre todo los franceses y españoles, y el buen bebedor tiene que contentarse con el abominable brandy, la cerveza comun ó la insípida limonada gaseosa, excelente para el mareo pero nociva para los nervios. Por lo que hace á los alimentos, su invariabilidad cotidiana y su sabor son insoportables.

En varias mesas puestas bajo el ombú grande, se había improvisado la cantina, gratis, atendida por Rufino a pedido de Melchor, con la recomendación de dar preferencia al despacho de limonada gaseosa. Terminadas las carreras se organizó el baile designándose bastonero al viejo Montero que aceptó el cargo diciendo: ¡La primera pieza «pal» patrón!...

No he oído en mi vida música tan grata... ¿Cómo será el decir esta mujer un te quiero, diciéndolo con verdad y con alma?». Esta idea produjo en la mente de Rubín sacudidas que le duraron mediano rato. Le corrió un frío por el espinazo y vínole cierto picor a la nariz como cuando se ha bebido gaseosa.

CAFARELES. Para estos pastelitos hay que hacer a mano todo el batido; se baten mucho una docena de huevos y se dejan de batir; se va incorporando medio kilo de azúcar; cuando se nota que está bien deshecho, se añade poco a poco medio kilo de aceite; después que todo esté bien mezclado se echa una gaseosa Armisén, primero el papel amarillo y después el blanco, y se ponen diez gramos de esencia de limón y seiscientos de harina, que se va uniendo despacito hasta que el batido quede muy esponjoso; se llenan de esta pasta unas cajitas de papel y se cuecen al horno; la cajita se llena hasta la mitad, porque crece mucho.

Fuese por esta razón o por otras, no tardó en buscar lugares más recónditos para las entrevistas, a donde cada cual iba por su lado, no reuniéndose hasta estar al abrigo de ojos indiscretos. Uno de estos sitios era una especie de merendero unido a una fábrica de gaseosa, bebida muy favorita de las cigarreras.

Su vanidad era doble: quería que el público tuviese a Baltasar por liberal, y que Baltasar no la tuviese a ella por mercenaria. Y Baltasar, si pagaba la gaseosa, los pastelillos, alguna vez las entradas del teatro, en lo demás se mostraba digno heredero y sucesor de doña Dolores Andeza de Sobrado. El cigarro era aromático y selecto: ¿qué le importaba al fumador el modo de elaborarlo?

En el monte de durazneros se había dispuesto lo necesario para el almuerzo, consistente en una vaquillona con cuero, empanadas, frutas, cerveza y limonada gaseosa en abundancia; todo listo para las doce bajo la prolija vigilancia de Melchor que se hallaba vestido con traje de gala: botas claras de cuero de chancho, bombacha de hilo crudo; tirador de charol negro; camisa de seda celeste claro; blusa corta de grano de oro; gran «panamá» con ancha cinta de colores; y por detrás, debajo de la blusa asomaba el caño bruñido de un revólver.

Pasaban cobradores del Banco con el taleguillo al hombro; carricoches con botellas de cerveza y gaseosa; carros fúnebres, en el cual era conducido al cementerio alguno a quien nada importaban ya los duros. En las tiendas entraban compradores que salían con paquetes. Mendigos haraposos importunaban a los señores.

Ante la mesa de tosca piedra, roída por la intemperie, se sentaban Baltasar y Amparo, y allí les traían las botellas de cerveza, de gaseosa, cuyo alegre taponazo animaba de tiempo en tiempo el diálogo. Una parra tupida les prestaba sombra; algunas gallinas picoteaban los cuadros de un mezquino jardín; el lugar era silencioso, parecido a un gabinete muy soleado, pero oculto.