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Esas mudas, á que es dado llamar la muerte cotidiana y parcial, llenan el mundo de los mares, de una riqueza gelatinosa de que en el acto se aprovecha la vida naciente, encontrando en suspensión la superabundancia oleosa de esa trasudación común, las partículas todavía animadas, los líquidos vivientes que no han tenido tiempo de perecer.

El cuarto cuerpo tiene cuatro ventanas que dan luz a una espaciosa cámara, con vigas borneadas en el techo, colgada de ristras de pimientos y de horcas de cebollas y ajos, llena de simples mantenimientos para la comida cotidiana. Enfrente de la casa, formando plazoleta, hay una cochera y una ermita. La ermita es pequeña; es de orden clásico.

Al fin resonó el himno nacional de los Ingleses, esa invocacion cotidiana que hace un pueblo á su reina, representante de su gloria, sus derechos y sus tradiciones, en todos los mares y en todos los rincones del globo.

Su oración cotidiana consistía en memorar los bienes recibidos de aquella pródiga mano que salvó a su madre de la desesperación, la levantó de la ignominia y la honró haciendo del niño desvalido y miserable un hombre de sano corazón, enveredado por una senda segura de la vida.

Carmencita dió sus lecciones con don Juan y bordó su tapicería en un extremo del salón bajo la mirada solícita del solariego, que parecía un poco aliviado de sus achaques. Salvador hizo al enfermo la cotidiana visita, larga y cariñosa, y el maestro y el cura fueron todas las noches, como de costumbre, a hacerle un rato la tertulia a don Manuel.

Las ciencias, la política, la filosofía, los odios, las ambiciones, el amor, la guerra, el infortunio, todo lo que constituye nuestra cotidiana vida, había perdido su interés en aquel momento. Todos los hombres resultaban iguales.

Y una campana tañe a lo lejos con lentas, solemnes vibraciones. La ciudad está ya en plena vida cotidiana. Se han abierto todas las puertas; los carpinteros trabajan en sus amplios zaguanes alfombrados de virutas; van las mozas con sus cántaros a coger el agua en las fuentes de rojo mármol, donde los caños caen rumorosos.

Por el espíritu suspicaz de Miranda no cruzó ni sombra de recelo entonces, y dijo con naturalidad: La señorita se habrá ido a dormir; está muy cansada... pero vete, chica que yo enviaré a Sardiola. Así lo hizo, en efecto, y oyendo en seguida la campana que llamaba a la mesa redonda, bajó al comedor, sintiendo aquel día excelente apetito, cosa no cotidiana en su enervado estómago.

Procuraron, lo mismo el médico que el jurista, hacerla cada vez más íntima y familiar, enterándose con interés de los pormenores de su vida cotidiana.

Esto es aplicable igualmente á las afecciones reumáticas, pues el antimonio reclama muchas de las que se han creido propias de la dulcamara, especialmente si se trata de dolores reumáticos repercutidos al interior y de las diarreas que les reemplazan. La fiebre propia de antimonio es remitente y terciana ó cotidiana.