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Comenzó a sentir grandes angustias y fatigas en el estómago y en el corazón; visitole el Doctor Vicencio Moles, Médico de la Familia, y su Magestad cuidadoso de su salud, mandó al Doctor Miguel de Alva, y al Doctor Pedro de Chavarri, Médicos de Cámara de su Magestad, que le viesen, y conociendo el peligro dixeron era principio de terciana sincopal minuta sutil, afecto peligrosísimo por la gran resolución de espíritus, y la sed que continuamente tenía, indicio grande del manifiesto peligro de esta enfermedad mortal.

Dudo mucho que se reciba con peor talante a un huésped desconocido que se mete a las dos de la mañana en casa de su prójimo, robándole el sueño y alborotándole el hogar, que a la recién nacida en el de sus padres, en cuanto el doctor proclamó, en voz desfallecida y con gesto de terciana, el sexo que la había tocado en suerte.

Mas no estaba en mi dicha que me durase mucho aquel descanso, porque luego al tercero día me vino la terciana derecha, y fue que veo a deshora al que me mataba de hambre sobre nuestro arcaz volviendo y revolviendo, contando y tornando a contar los panes. Yo disimulaba, y en mi secreta oración y devociones y plegarias decía: "¡Sant Juan y ciégale!"

Los jesuítas guardaron por algunos años el secreto, y a ellos acudía todo el que era atacado de terciana. Por eso, durante mucho tiempo, los polvos de la corteza de quina se conocieron con el nombre de polvos de los jesuítas. El doctor Scrivener dice que un médico inglés, Mr.

Desvanecidos en algun modo los recelos, y tomadas algunas providencias de precaucion por el Gobernador, oficial de mucha experiencia y acreditada conducta, siguió Lopez al destino señalado, viéndose en la precision de dejar en aquella ciudad y por el camino, la tercera parte de su destacamento, que igualmente fué acometido por el accidente de la terciana, y con lo restante transitó las provincias pacificadas por Reseguin, sin ocurrirle novedad, y el dia 20 de Abril llegó oportunamente á la ciudad de la Plata.

Algún tiempo después se sintió la virreina atacada de esa fiebre periódica que se designa con el nombre de terciana, y que era conocida por los Incas como endémica en el valle de Rimac. Sabido es que cuando, en 1378, Pachacutec envió un ejército de treinta mil cuzqueños a la conquista de Pachacamac, perdió lo más florido de sus tropas a estragos de la terciana.

Dos dias solamente empleó Reseguin en el camino, sin embargo de distar 18 leguas, y estar acometido de una fuerte terciana, de cuyo accidente adolecia mas de la tercera parte de los soldados, y casi todos los oficiales: lo que tampoco fué obstáculo para que dejase de substanciar inmediatamente las causas á mas de 80 reos que se hallaban en aquellas cárceles, aprendidos en las salidas que habian hecho aquellas leales milicias, entre los cuales se hallaban algunas cabezas principales en la conjuracion de la provincia de Lipes, cómplices en la muerte de su corregidor, D. Francisco Revilla, á quienes examinados y justificados sus delitos, se condenaron once á pena capital, y á presidio los restantes.

Mas no estaba en mi dicha que me durase mucho aquel descanso, porque luego al tercer día me vino la terciana derecha. Y fué que veo a deshora al que me mataba de hambre sobre nuestro arcaz, volviendo y revolviendo, contando y tornando a contar los panes. Yo disimulaba, y en mi secreta oración y devociones y plegarias, decía: "¡San Juan y ciégale!"

Pavoroso era el cuadro que el marqués dibujaba... Aislado el pobre rey, miraba sin cesar hacia la frontera, esperando la contestación a su discurso del 3 de abril que aún no había obtenido respuesta el 21 de junio. Sucedíanse las crisis ministeriales, frecuentes, periódicas, como calenturas de terciana, hasta engendrar un ministerio llamado de Santa Rita, por ser esta Santa abogada de imposibles.

Comenzó yendo a verla una vez por semana, como periódico de modas o entrega de novelón patibulario; luego cada tres días, cual si su amor fuese terciana, y acabó visitándola casi diariamente; no siendo lo lastimoso que menudeara las visitas, sino que entre el desasosiego que las precedía y lo desmazalado y lacio que solían dejarle, ni fuerza le quedaba en la lengua para humedecer un sello.