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Pero ¿por qué razón, señor Blair, ha abandonado usted el mar para perecer de necesidad en la tierra? le pregunté, pues la curiosidad habíase despertado en . Porque... porque tengo una razón... una razón muy poderosa fue su contestación vacilante. Y su cara asumió una misteriosa expresión, inescrutable como la de una esfinge, que me dejó penosamente confundido.

Allá, en la orilla de aquel precioso río artificial rodeado de verde musgo y sobre el cual inclinaban los árboles sus hojas nacientes, Sorege tuvo conciencia de su pérdida inevitable y tembló de miedo y de cólera. Pero no pensó en capitular; antes al contrario, se afirmó en el propósito de luchar hasta el último extremo, aunque hubiera de perecer.

El peligro vecino alguna vez se ataja con otro mayor, y puesto que de cualquiera manera se haya de perecer, bueno es dilatarlo, y escoger el mas remoto, y el que puede dejar de ser.

Monteverde, á la vista ya de Maturin con mas de 2.000 hombres, intimó la rendicion de la plaza en el término de dos horas, so pena, en caso contrario, de entregarla al furor de sus soldados. La contestacion fué: "Que el pueblo de Maturin estaba resuelto á perecer en defensa de las libertades patrias."

Apenas trabajando día y noche podía juntar un par de pesetas. Mentalmente ajustaba sus cuentas: tanto en la plazuela, tanto en la tienda; no bastaba este dinero para salir de apuros, y eso que habían suprimido el café y el vino, y no comían mas que lo necesario por no perecer de hambre.

De esto se infiere que el alma de los brutos no puede perecer por corrupcion propiamente dicha, pues que así se ha de verificar de todo ser que no esté compuesto de materia.

Iba á perecer descuartizado por aquellas manos invisibles que le oprimían como tenazas, tirando de sus miembros hasta hacerlos crujir. No dudó ya en emprender el viaje. Necesitaba ir á la tumba del desierto, no sólo para recobrar su tranquilidad; le era más urgente aún librarse del dolor y de la muerte.

Su ambición y su codicia de riquezas, bienes, poder y deleites materiales, le alejaron del mundo, mas no para hundirse y perecer, sino para buscar su satisfacción más allá del mundo: en algo tan sublime y tan luminoso que todas las excelsitudes y resplandores del mundo fuesen, en su comparación, ruindad, misericordia y sombra.

Veíale surgir grande, potente, dispuesto a perecer en la demanda, a recabar con sangre de sus venas su libertad y su honra conculcadas. Y fué obra tuya, tuya solamente; que, sin , aún no viera nuestra patria roto el dogal que le estrujaba el cuello y en sus cielos brillando la alborada. ¡Ah! Mucho hiciste.

Dejándolos ir les dejaba perecer en su perfidia; prendiéndoles en las cárceles les dió tiempo, oportunidad y luz para conocer sus delitos y llorar arrepentidos su pecado, y en todo caso así justificó Dios en los unos su causa, y lució en los otros su clemencia.