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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Todos los animales nacen con defensa para la lucha en el combate de la vida, unos tienen dientes, otros tienen garras, otros tienen cuernos, otros tienen alas para huir: el hombre bueno es el único animal que carece de medios de defensa. No siendo apto para luchar, está fatalmente destinado a perecer.

Si todas estas quejas son verdaderas, ¿por qué no presentais al Rey nuestro señor, como sois nuestros Padres y tutores la amargura y trabajo á que nos estrechan sus Reales ministros, siendo sobre todas la más sensible el que despreciando nuestras representaciones no vengan en ninguno de los partidos á que hemos salido? pues hemos propuesto que ya que por servir al rey nuestro señor hemos de salir de los pueblos á vivir como bárbaros en los desiertos exponiéndonos á perecer de hambre y que en la transmigración se mueran nuestras mujeres y pequeños hijos con la mudanza de climas y con las fatigas é incomodidades de los caminos de cien leguas.

Sólo en 1839 fué cuando Chazallon, que estuvo á punto de perecer á consecuencia de tales errores, comenzó á descubrir y calcular las ondulaciones secundarias, pero de gran consideración, que modifican la marea general bajo influencias diversas. No cabe duda, que astros menos dominantes que el sol y la luna influyen asimismo en el vaivén de las aguas terrestres. Empero, ¿bajo qué ley?

Imaginaba, allá en lo más hondo de su conciencia, llevarla algún oculto veneno, o hacerla perecer, sin arma alguna, ciñéndola la garganta; y, así, muerta por sus propias manos, ante el solo testimonio de Dios, sumergirla en el agua, con todos sus botes de olor y de tintura, para que la pila diabólica le sirviera de sepulcro.

Aquí habremos de perecer de hambre yo y mi jumento, si ya no nos morimos antes, él de molido y quebrantado, y yo de pesaroso. A lo menos, no seré yo tan venturoso como lo fue mi señor don Quijote de la Mancha cuando decendió y bajó a la cueva de aquel encantado Montesinos, donde halló quien le regalase mejor que en su casa, que no parece sino que se fue a mesa puesta y a cama hecha.

Tomás Cardoso y los demás aventureros tuvieron que apartarle de allí, bajándole casi en volandas hasta la puerta principal del edificio. Era menester salir fuera, abrirse paso o morir hiriendo y matando, si no querían todos perecer ahogados por el humo o devorados por las llamas.

Los robustos brazos tiraban con fuerza de la cuerda, manteniéndolo junto a la orilla. Arriba en el puente, entre los grupos corría la noticia de la expedición, pero agrandada y desfigurada por los curiosos. Se trataba de salvar a una pobre familia refugiada en la techumbre de su casa, mísera gente que iba a perecer de un momento a otro.

Entre dichos escollos debemos caminar siempre, no con la esperanza de no dar jamas en ninguno de ellos, pero con la mira, con el deseo, y la esperanza tambien, de no estrellarnos hasta el punto de perecer.

Este mal es mucho mas fatal á estas gentes que á los españoles ó negros, por razon del grosero vestido, mala comida, falta de cobertura, medicinas y cuidado necesario. Sus parientes mas cercanos huyen de ellos para evitar el mal, dejándolos perecer aun en medio de un desierto.

Usted debe avergonzarse de . Si la compasión no fuera más fuerte, usted no conseguiría dominar la tentación de cambiar la naturaleza de los vínculos que nos unen, o venciéndola, sufriría usted demasiado en consecuencia. Todas estas cosas están fuera de las leyes, todas están destinadas naturalmente a perecer y hacer daño...»

Palabra del Dia

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