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Actualizado: 19 de junio de 2025
En vano, aguijoneado por la necesidad, se dirigió á algunos médicos que hablaban francés. No le escucharon, y al insistir en sus peticiones lo pusieron á distancia con rudo manotón... ¡El no iba á perecer de hambre en medio de sus propiedades!
Pero morir ahogada en el barro, sofocada por esa agua que huele tan mal, no me hacía gracia. ¡Si al menos fuese el agua verde y transparente de los lagos suizos!... Yo busco la belleza hasta en la muerte; me preocupo de la última postura como los romanos y temía perecer aquí como una rata sitiada en la alcantarilla... Y, sin embargo, ¡si supiera usted lo que he reído viendo el terror de mi tía y de esas pobres gentes que nos sirven!... Ahora el agua no sube ya, la casa es fuerte, no hay más molestia que la de verse sitiados y espero el día para ver.
Por otra parte, los volcanes no suelen esperar que les arrojen víctimas: ya saben ellos encontrarlas cuando hienden la tierra, vomitan lagos de lodo, cubren con ceniza provincias enteras y hacen perecer de una vez á toda la población de un país. Bastante es eso para que los adore todo aquel que se incline ante la fuerza. El volcán devora, luego es Dios.
Los grandes ingenios españoles ignoraban o fingían ignorar lo que la revolución decía más allá dé las fronteras. Quevedo, que era el más audaz, sólo osaba decir: Con la Inquisición.... ¡Chitan! triste epitafio del pensamiento español, que prefería perecer, ya que la verdad no podía decirse.
El trepador tiene más amor á la montaña, cuanto más expuesto ha estado á perecer, pero el sentimiento del peligro vencido no es la única alegría de la ascensión, especialmente para el hombre que, durante su vida, ha tenido que sostener rudos combates para cumplir con su deber.
El Agustín, el Herós y el Leandro se batían lejos de nosotros, en posición algo desahogada, mientras el Trinidad, lo mismo que el navío almirante, sin poder disponer de sus movimientos, cogidos en terrible escaramuza por el genio del gran Nelson, luchaban heroicamente, no ya buscando una victoria imposible, sino movidos por el afán de perecer con honra.
Y este diamante azul del espacio, este mundo de suave luz, que contemplan los habitantes de los otros planetas como una estrella poética en la que todas las criaturas llevan una existencia inmaterial, es la Tierra, nuestro pobre globo, donde acaban de perecer doce millones de hombres en los campos de batalla, donde han muerto otros tantos millones por las emociones y las pestes que son consecuencia de la guerra, donde se han consumido seiscientos mil millones en humo, en incendios, en acero estallado.
Según esos filósofos, las sociedades actuales que han llegado á un gran refinamiento de civilizacion, están destinadas á comenzar en breve su período de decadencia, á arruinarse y perecer tan luego como completen su evolucion limitada de progreso.
Debéis saber que cuando dos tribus están en guerra, los más valientes juran matar a los jefes enemigos, y procuran hacérselo saber. Los jefes, advertidos, hacen cuanto pueden por apoderarse de esos juramentados, y los hacen perecer quemados entre espinos resinosos. Es una antigua costumbre de estos pueblos. Y este papú es hijo de un jefe, por lo que he podido entender.
Pero Rosario, toda azorada y hecha un mar de lágrimas, exclamó inmediatamente: ¡No, no; que digan aguanta, que digan aguanta! Si no, vamos a perecer más pronto... Poco a poco, no obstante, y viendo que la tremenda catástrofe no llegaba, se fueron calmando sus nervios, y no tardó en reírse, como niña aturdida que era, de sus ridículos temores.
Palabra del Dia
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