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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Te ví madre: tus pálidas mejillas, sonrosadas ayer, en ignoradas horas de amargura marchitó el padecer; acaso sus colores te robaba quien te debia el sér, acaso el ciego amor te consumia que tú pusiste en él. Yo te amaba, y al verte, silencioso de nuevo te adoré, y, temiendo que el paso detuvieras... humilde me aparté.
No tiene nada de particular. Basta que una persona quiera a mis hijas para que la adore yo. Lo que mis hijas desean, eso es precisamente lo que a mí me complace. Soy una débil criatura sin voluntad propia; todo el mundo lo sabe. ¡Hablarme a mí de que desean casarse!... ¿Para qué? De antemano tienen ya mi consentimiento para eso como para todo lo que se les antoje. Mi carácter es así.
Convénzase usted, en esto, como en otras cosas, todo es ponerse a ello, todo es empezar... Imagínese usted lo bien que estará cuando se nos reforme; vivirá feliz y considerada, tendrá un nombre respetable, y habrá quien la adore, no por sus gracias personales, que maldito lo que significan, sino por las espirituales, que es lo que importa.
Contempláronse unos instantes, ella con expresión maliciosa y triunfante, él con gratitud y gozo reprimidos. ¡Si siempre lo he dicho yo! ¡Si no hay otra como mi nena para saber querer!... Ven aquí, deja que te dé las gracias, rica mía; deja que te adore de rodillas.
Renueva el viejo grito que truena por tu historia y dí al patrón heróico: ¡Santiago, y abre España! Abre España a las nuevas corrientes de la vida, abre España al abrazo de sus hijos dispersos y surja del Pirene, como hostia bendecida, el sol de un culto unánime, en el que adore unida la progenie del inca de los cultos diversos.
Eres la de Médicis, la de Canova, la Capitolina, ¡eso es!... la Capitolina, que es la más chulona de todas las Venus... Deja que te bese de rodillas, que te adore. Y en la extravagancia de su embriaguez, pretendió arrodillarse para besar una pierna que asomaba entre las ropas del lecho. Feli sonreía con estos arrebatos de su amante. Le placía verle alegre.
48 y me incliné, y adoré al SE
En materia de religión son brutales totalmente y se diferencian de los otros bárbaros, pues no hay nación por inculta y bárbara que sea, que no reconozca y adore alguna deidad; pero éstos no dan culto á cosa ninguna visible ni invisible, ni aun al demonio, aunque le temen.
Por otra parte, los volcanes no suelen esperar que les arrojen víctimas: ya saben ellos encontrarlas cuando hienden la tierra, vomitan lagos de lodo, cubren con ceniza provincias enteras y hacen perecer de una vez á toda la población de un país. Bastante es eso para que los adore todo aquel que se incline ante la fuerza. El volcán devora, luego es Dios.
25 Y vuelve conmigo para que adore al SE
Palabra del Dia
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